miércoles, marzo 23, 2011

Posesión Infernal (The Evil Dead, 1981)


De Sam Raimi y su Evil Dead se han escrito ríos de tinta. Odiada por muchos y encumbrada por otros tantos, hay quien todavía se pregunta como una película de bajo presupuesto hecha por estudiantes de cine, bastante desagradable, y sin apenas base ni progresión argumental pudo triunfar de la manera que lo hizo.

La respuesta hay que buscarla en la profesionalidad y la astucia de su comandante en jefe Sam Raimi (director) y sus fieles soldados Robert Tapert y Bruce Campbell (productores ambos y actor el segundo) con quienes fundó la compañía Renaissance Pictures. Éstos supieron proveerse desde el principio de una amplia cartera de inversores, y una vez terminada la película, buscaron distribución de forma incansable. En las reuniones, siempre con pulcras maneras y vestidos de esmoquin, parecía inconcebible que esos chicos tan majos hubieran sido los creadores de semejante engendro visual.


Del mismo modo, y gracias al olfato comercial de Raimi, Evil Dead abrio brecha en el mercado videográfico, contribuyendo en parte al auge de este formato durante la década de los ochenta. Son ya famosas las anécdotas sobre la censura, su inclusión en la categoría de "video nasty" - a causa de la Ley de grabaciones en vídeo de 1984, promulgada en Inglaterra, y que procesó a 39 películas de una lista de 77 - o el propio juicio contra Sam Raimi, dónde no le dejaron ni leer la defensa que traía preparada, después de hacerle cruzar el Atlántico.

En mi opinión, y dejando a un lado la violencia gratuita y una trama prácticamente inexistente, creo que la película tiene poderosas virtudes técnicas, logísticas y creativas.

Valga mencionar un extraordinario uso de la cámara y el encuadre. No me refiero sólo a la frenética visión subjetiva, copiada incluso por Coppola en su Bram Stoker's Dracula, sino también a unos inconcebibles recursos expresivos ¿No es genial ese inexplicable plano por encima de las vigas del techo, con su igualmente inexplicable efecto de sonido, que sin ningún tipo de lógica, logra estremecernos, o al menos desconcertanos? Pero también en los momentos distendidos hay un saber hacer innegable, como en aquella secuencia de Ashley regalando un collar a su novia, justo antes de que se desate la tragedia; el juego de miradas entre los enamorados está tan pensado, y es tan artificialmente académico en su edición, que aun con cierto encanto amateur, muestra una vocación de trascendencia y profesionalidad. Es como si Raimi nos dijera "No sólo me gusta hacer el loco con la cámara, también se usar la moviola y montaros una escena intimista."

Y en efecto, hay una destreza en el montaje adelantada a su época. No soy especialmente aficionado a la sucesión de planos a un ritmo verginioso, pero hay que reconocer su impacto actual, y cómo Raimi nos lo mostraba ya en 1981.

Resulta pasmoso como una película pueda parecer por momentos, un corto de estudiantes, una broma macabra y poco más, y al mismo tiempo impactar como el más refinado cine-espectáculo, sin que los aspectos más decepcionantes de la producción (iluminación deficiente, saltos de continuidad o un irreal exceso de sangre, niebla y maquillaje) empañen la atmósfera de terror que se genera en esa casa, desde prácticamente las primeras escenas ¿Quién no recuerda el momento en que el columpio de la entrada se detiene justo al meter las llaves en la cerradura? ¿Acaso no es terror en estado puro? Con la sutileza de esa primera escena Raimi ya ha demostrado dominar el lenguaje cinematográfico de forma sobresaliente.

A menudo se cuenta que la verdadera pesadilla fue la vivida por equipo y actores, en aquella localización real a las afueras de Dertroit, sin los lujos ni comodidades de una filmación convencional ¿Será esta la clave de tal impacto? ¿Es posible que las penosas condiciones del rodaje lograran transmitir de una forma sincera y directa el agobio y desasosiego que más tarde sentimos al contemplar la ópera prima de Raimi? Quien sabe, quizá la respuesta siga aun oculta en las ruinas kandarianas donde el Necronomicón fue hallado.

La película dio origen a dos secuelas (Terroríficamente Muertos en 1987 y El Ejército de las Tinieblas en 1992) y un reciente remake que ha corrido a cargo del también primerizo Fede Álvarez (sin parentesco alguno con vuestro humilde narrador).

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