lunes, noviembre 10, 2014

El hombre de las mil caras (1957)

Joseph Pevney, uno de esos directores 'todoterreno', especializado en westerns y dramas románticos, dirigió en 1957 Man of a thousand faces, un biopic sobre la vida de Lon Chaney Senior, actor camaleónico y artista del maquillaje, que se especializó en interpretar personajes marginados y atormentados en aquellos primeros años de los estudios hollywoodienses.




Rodada en CinemaScope, con Jimmy Cagney de protagonista y con una duración cercana a las dos horas, El hombre de las mil caras nació con la vocación de ser una película grande. Con vistas quizás a una posible nominación a los Oscars, se quiere potenciar el talento de Cagney y su habilidad para la transformación, como si se tratara del auténtico Lon Chaney. Además (en esto no han cambiado mucho el género del biopic), la película es un lavado de cara y una glorificación hacia la figura de Chaney, auspiciada por los Estudios Universal, de quien el actor fue una de las mayores glorias. De este modo, se obvian los aspectos más oscuros y se juega en el terreno de lo seguro y lo comercial.


El principal problema es que Chaney le viene grande a cualquiera, incluso a James Cagney. A pesar de su innegable talento y de las ganas que le pone al personaje, el protagonista de Enemigo Público no da la talla como mimo o bailarín, ni tampoco como Jorobado de Notre Dame o Fantasma de la Ópera en los pequeños tributos que el film rinde a estos clásicos. Quizá hubiera sido más inteligente no recrear de forma tan plástica y detallada estas películas, pues el original sigue superando a la copia, dejando ésta la visceralidad de aquel cine mudo en una mera pantomima. Tampoco el maquillaje de estos monstruos (tan importante en la trama) iguala las creaciones originales de Chaney.





El tono del guión se ha dulcificado en exceso, y muestra al protagonista como un tipo simpático, víctima de las circunstancias, a cuyo alrededor solo hay personajes trazados con brocha gorda, que se confabulan para ponerle a prueba (en este aspecto, su esposa Cleva, interpretada por Dorothy Malone es el personaje que sale peor parado). Tampoco están muy finas las elpisis temporales, ni en su función ni en su tratamiento visual. Curiosamente la única nominación que recibió la película fue al guión original.



En resumen, hay algo que no ecaja en Man of a thousand faces. Una película de 1957 rodada en Cinemascope, pero a la vez en blanco y negro. Un gran actor interpretando a otro demasiado cercano en el tiempo. Una pátina de dulzura y corrección política que es la antítesis del duro retrato de Hollywood que Wilder hizo en Sunset Boulevard. Para hablar del cine dentro del cine hay que ser despiadado y revelador, y Man of a thousand faces no lo es más que las recientísimas Hitchcock de Sacha Gervasi o el Saving Mr. Banks de John Lee Hancock.

sábado, noviembre 08, 2014

Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

Ya se mascaba en los mentideros de la blogosfera, que esta Interstellar iba a ser la película más ambiciosa de Christopher Nolan. En efecto es un film majestuoso, dónde su abultado presupuesto (164 millones de dólares) camina parejo tanto a su despliegue visual como a su dilatada duración (170 minutos).

A lo largo de estas casi tres horas, se nos cuenta cómo a casua del cambio climático y los atentados del hombre contra la naturaleza, la agricultura se ha visto severamente afectada. Tan solo el maíz puede aún cultivarse. Un grupo de exploradores liderados por el piloto Cooper (Matthew McConaughey) pondrán rumbo a un agujero de gusano cerca de Saturno en busca de un planeta habitable donde preservar la especie humana.


Dicho así, pareciera que hablamos de una artificiosa y multicolorida película sesentera, con héroes galácticos de ojos azules y humanoides de rostros abultados. Sin embargo, quien firma la cinta es Nolan, y eso implica una voluntad constante de racionalizar su premisa narrativa. Estamos ante un film que quiere ser serio, convincente y en cierto modo 'definitivo'. Nolan, legitimado por sus seguidores, pretende marcar con Interstellar el camino que debería seguir la ciencia ficción en el siglo XIX, como ya hizo con el cine superhéroes, reduciendo al mínimo el componente fantástico de Batman y Superman.

Pero si por un lado el realizador (que ha escrito el guión junto a su hermano Jonathan Nolan), en aras de una mayor seriedad, cita a Einstein y a Hawking como si nada, también se permite oscurecer el discurso narrativo con tecnicismos de ingeniría industrial inventados para la ocasión (en esto me recordó un poco a aquel Star Trek de los años noventa, que por otro lado es la antítesis del cine de Nolan).




Mucho más evidentes y manifiestas son las referencias a la ciencia ficción culta de 2001 Una odisea en el espacio, Alien, El planeta de los simios, o la novela de Stephen King Apocalipsis, por poner solo unos pocos ejemplos. En su afán de rigurosidad, el realizador no duda en incluir a la mismísima Nasa como impulsora del proyecto o aludir visualmente a la carrera espacial del presidente Kennedy; el interior de la nave es funcional y austero al estilo de los módulos lunares; y las imágenes del despegue y la puesta en órbita del cohete son una recreación de aquellas filmaciones históricas de las misiones Apolo. De hecho, no se nos muestra la nave en su totalidad hasta bastante después del despegue, limitándonos hasta entonces a cámaras fijas adosadas al casco.

Además de varias escenas de gran impacto e impresionantes landscapes espaciales, otro gran atractivo del film es un reparto de estrellas de primer nivel. McConaughey hace valer su Óscar por Dallas Buyers Club, y nos regala momentos de gran emotividad; Michael Caine demuestra sus tablas y carisma mientras que Matt Damon, John Lithgow y Anne Hattaway cumplen con eficacia.


Uno de mis principales temores era que Interstellar  fuera una película en la que su director nos mostrara que está encantado de conocerse. En efecto, algunas escenas pecan de autocomplacientes (atentos al speech de Anne Hattaway hacia el ecuador del filme), pero también es verdad que el suspense y la anticipación de los primeros 40 minutos funcionan de forma magistral. El desarrollo está salpicado de interesantes e inesperados giros argumentales, y no pocas escenas de acción. Eso sí, llega un punto en que el film se dilata en exceso, y bien podría prescindir de 30 o 40 minutos de metraje, sobre todo en la escena en que McConaughey y Damon se enfrentan, o durante el final 'marca de la casa', que no obstante agradará a los fans de Memento o Inception.

En definitiva, hay que decir que Nolan se da bastante maña en el discurso para hacerlo verosimil, y al margen de ciertas elucubraciones filosóficas y su incesante y manifiesto afán de sentar cátedra en cada género que toca, la película es bastante disfrutable.



miércoles, septiembre 17, 2014

La casa del diablo (Ti West, 2009)

Hasta ahora, el cine de Ti West no acababa de convencerme. Su The Inkeepers, aun contando con algunos buenos momentos, me dejó algo insatisfecho. Asimismo, suyo es el fragmento Second Hooneymoon, el más flojo del filme V/H/S, aquel found footage compuesto por cuatro historias rodadas por distintos realizadores.



En el presente film nos cuenta la historia de Samantha (Jocelyn Donahue), una joven contratada por los Ulman (Tom Noonan y Mary Woronov), una excéntrica pareja que vive en mitad del bosque, para cuidar de la madre de él, mientras acuden a alguna celebración. Al poco de quedarse sola, aislada en mitad del bosque y sin posibilidad de escapar (fue una amiga quien la acercó en coche a la casa), Samantha tendrá que luchar por su propia vida contra una malignidad provinente del mismo infierno.

En The House of the Devil, Ti West nos propone un ejercicio metalingüístico ingeniosamente basamentado en el cine de terror de los años 70's/80's.  La película representa cada detalle escénico de aquella era nostálgica con una precisión abrumadora, haciéndonos dudar sobre sí realmente se ha rodado en el año 2009, y cerrándonos la boca a quienes defendíamos que Super 8 es la mejor recreación actual de aquellos años. No sólo la dirección de arte, el departamento de peluquería o el vestuario contribuyen a causar esta sensación; Ti West se ha servido además de viejos equipos de rodaje, y una cámara de 16 mm. para lograr la textura fílmica precisa de aquellas series B tan entrañables.
 

El director y guionista tampoco oculta sus influencias en el aspecto discursivo. El film acumula refererencias a prácticamente todos los títulos emblemáticos del género. Algunas de ellas manifiestas (como cuando Samantha ve por televisión La noche de los muertos vivientes); otras muy sutiles y fugaces; y algunas deben ser incluso inconscientes. Como fuere, en The House of the Devil está El Resplandor, Pesadilla en Elm Street, La Matanza de Texas, Al final de la escalera y hasta la saga de Psicosis; ya sea en forma de homenajes puntuales, el montaje, la planificación, la iluminación o incluso en la banda sonora, donde se permite guiños más que evidentes al cine de John Carpenter.

Tom Noonan, en el papel de Mr. Ulman sigue imponiendo lo suyo, y resulta de lo más convincente aun 20 años después de aquel inolvidable 'destripador' de El Último Gran Héroe. Sin duda su mesurada e inquietante interpretación es uno de los platos más apetecibles del film. Jocelyn Donahue cumple su cometido con eficacia, al igual que el resto del reparto (atentos al cameo de Dee Wallace-Stone, la mamá de Elliot en E.T. El Extraterrestre).


No obstante, aun a falta de ver alguna más de sus películas, empiezo a notar cual es siempre su debilidad; una historia que, en aras de la sorpresa y la espectacularidad, termina resultando artificiosa y algo inverosímil. Por ejemplo (¡Spoiler alert!), a los acechadores de Samantha les viene muy bien que la chica no tenga coche propio con el que escapar; y tampoco había una seguridad de que fuera a pedir pizza para la cena. Todo el plan para capturarla es demasiado complicado y falible; si necesitas someter a una jovencita indefensa, hay formas más sencillas.



Salvando ese aspecto concerniente a la narrativa, y a pesar de un segundo acto algo dilatado, el film logra generar una tensión in crescendo, salpicada de algunos sustos genuinos y un morboso deleite gore que no llega a repugnar.
The House of the Devil es, por su cuidada propuesta visual, un auténtico regalo para los devotos del género, y aun plagada de lugares comunes y algún deux ex machina puntual, logra articular una trama entretenida, alcanzando de hecho una culminación de cierto impacto seguida de un sorpresivo giro final. No aburre.

sábado, julio 19, 2014

El amanecer del planeta de los simios (2014)

Matt Reeves, director del aclamado remake americano de Déjame Entrar (2010) y la entretenidísima Monstruoso (2008), fue el seleccionado para dirigir la segunda parte del reboot de El Planeta de los Simios. Un reinicio que, afortunadamente, nos está haciendo olvidar poco a poco el bochornoso intento de Tim Burton de reactivar la franquicia en 2001.

Un grupo de simios evolucionados genéticamente, capitaneados por César, se convierte en la raza dominante del planeta Tierra. Su única amenaza de crecimiento es un grupo de humanos que han sobrevivido a un virus devastador desatado en la década anterior. Ambas especies han conseguido obtener una tregua de paz.



El éxito y la buena acogida de la primera parte, cuyo final dejaba a las claras su intención de convertirse en una saga, hacía que las espectativas en torno a su secuela fueran muy altas. Puedo decir, y seguro que no soy el único, que El Amanecer del Planeta de los Simios las ha cumplido sobradamente.

Tras un prólogo en el que nos resumen la entrega anterior, da comienzo el filme con una magnífica secuencia de apertura, que muestra a los simios cazando, así como su apacible existencia en en la zona boscosa de San Francisco. Con la inevitable aparición del ser humano se produce un leve decaimiento del interés; y es que tras el majestuoso inicio, pareciera que las miserias humanas (su supervivencia en comunidades reducidas, su puesta a punto de arsenales bélicos, sus motivaciones y conflictos) no tuvieran nada que aportarnos. Por momentos deseé una trama en la que el ser humano se hubiera extinguido por completo (o su importanica fuera mínima), para conocer mejor a César, a Koba y a Maurice.



A pesar de ciertos tópicos en este primer acto, algún personaje prescindible y unos diálogos algo manidos, la película se reactiva en el segundo acto, sorprendiendo y emocionando con una rítmicamente intachable historia sobre la amistad, la familia, el amor y la traición. Es de reseñar el trabajo de los guionistas Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver. Porque siempre es agradable, a la par que asombroso, encontrar buena narrativa en un blockbuster de verano. Aventuro que han sido manos distintas las que han redactado el primer y segundo acto, en caso contrario no se explica que haya momentos tan inspirados conviviendo con diálogos tan tontos y personajes tan imbéciles como el tal Carver (Kirk Acevedo) o faltos de carisma como Malcom (Jason Clark) y Dreyfuss (Gary Oldman).



Hay que destacar también el buen trabajo de Michael Giacchino en la BSO, y el de los técnicos de FX, que además de ofrecernos imágenes de gran belleza e impacto, funcionan aquí como una prolongación natural de los actores de mocap, Toby Kebell (Koba) y el veterano en estas lides, Andy Serkis (César). La sinergia de ambas disciplinas es poco menos que perfecta; César por si mismo (y Koba en menor grado), con su mirada, su porte y sus frases lapidarias compensa la brocha gorda con la que se han trazado los personajes humanos, hasta el punto que inlcuso un grandísimo actor como Gary Oldman, queda eclipsado por sus antagonistas homínidos (los malditos monos, como los llamaba Charlton Heston).

El desenlace, como no podía ser menos, es pura adrenalina y efectos especiales, pero durante toda la película prevalece ese cariz emocional que nos mantiene atentos e interesados. En definitiva, considero que estamos ante un blockbuster de calidad, con empaque visual, buenos diálogos (exceptuando algunos en el primer acto) y un montaje excelente que hasta nos deja ciertas enseñanzas morales sin caer en topicazos ni resultar aleccionadora en exceso.

martes, mayo 27, 2014

La Novia del Diablo (Terence Fisher, 1968)

No tengo por costumbre abordar los ídolos totémicos de la Historia del Cine en Copia Zero. De forma más o menos consciente, me he ido centrando en los últimos años en películas actuales, o clásicos menores que considero merecen una revindicación; siendo prudente con las joyas del fantástico de Hammer Films, con los Universal Monsters, o con gente "blindada" como Hitchcock o Wilder. Esto no es en ningún modo por temor a una plebe de enfervorecidos devotos que cuestionen mis opiniones; no tanto por respeto o por temor a errar, sino más bien porque considero que todo (o casi todo) está dicho sobre los grandes estudios y directores. Sin embargo, he quedado tan complacido con La novia del diablo (conocida en inglés tanto por The Devil's Bride como por The Devil Rides Out), que dirigió Terence Fisher para Hammer Films en 1968, que no me puedo resistir a dedicarle una entrada.

Cuando Simon no acude a la reunión anual con sus amigos, el Duque de Richleau (Christopher Lee) y Rex Van Ryn (Leon Greene) comienzan a preocuparse. Pronto descubren que ha ingresado en una secta satánica, cuyo líder es el Duque Mocata (Charles Gray). Dados sus conocimientos en las artes oscuras, Richleau está dispuesto a desmontar la congregación y doblegar a Mocata, para salvar a su amigo Simon. La película está basada en una novela de Dennis Wheatley.


Para empezar, es un gustazo contemplar a un Christopher Lee con la cara limpia, sin maquillaje de efectos, e interpretando con aplomo y convicción a un héroe maduro, un enviado de Dios que se sitúa en las antípodas de su siniestro Drácula. Por otro, su antagonista es el grandísimo Charles Gray (un habitual en las películas de 007 y muy recordado por su papel de narrador en The Rocky Horror Picture Show).




En el aspecto visual, nos encontramos todas las excelencias de la Hammer, suntuosos decorados góticos, y un equilibro cromático muy agradable y sugestivo. Se perdona tanto esos leves fallos de raccord de iluminación (parece que los ingleses no dominan tan bien la "noche americana") como los muy criticados efectos visuales, que a mi me parecieron un mal menor.


Dicho esto, he de decir que en sus primeros minutos (y tras unos preciosos títulos de credito), la película me estaba resultando algo lenta y muy aparatosa en lo discursivo; un ir y venir errático de sus protagonistas a una u otra localización, un montaje fragmentado en exceso y un innecesario subrayado discursivo en la música. Y aunque me gane el desprecio de los más devotos, he de decir que la escena de la bacanal en el bosque me pareció casta en exceso y algo ridícula por momentos, tanto por la actitud y la falta de profesionalidad de los extras, como por la forma en que dicha escena es resuelta, y es que no debe ser tan fácil sortear a tantísimos adoradores de Satán. Sin cambiar una sola coma del guión de Matheson, esa escena pudo rodarse de forma mucho más convincente.




Sin embargo, el giro que da el filme hacia su ecuador es espectacular. Fue entonces cuando mis reservas fueron del todo anuladas, en primer lugar debido al magnetismo (no solo hipnótico) de Charles Gray en el papel del brujo Mocata cuando irrumpe en la Mansión Eaton (antes no había descargado toda su artillería interpretativa), pero sobre todo gracias al excelente trabajo conjunto de Richard Matheson (guionista del filme) y Christopher Lee en toda la parte del pentáculo. Además, en esta escena, Fisher hace uso de unos certeros movimientos de cámara, y de una planificación exquisita.




La música, que me pareció machacona en un primer momento (concretamente, cuando remarcaba el sigilo de sus los protagonistas al colarse en casa de Simon), contribuye de forma espléndida a la catarsis del tercer acto, con cuya sorpresa y giro final quedé encantado. El speech final que Matheson pone en boca de Lee ata todos los cabos con una coherencia que ya quisieran muchos horror films actuales.

El logrado climax final logró pues imponerse sobre los pequeños errores que me molestaron en la primera mitad del filme, haciendo que La Novia del Diablo se convierta, de un día para otro, en uno de mis filmes favoritos de la Hammer (no, no lo había visto antes).

jueves, abril 24, 2014

Insidious, Capítulo 2 (James Wan, 2013)

Quien suela leer regularmente Copia Zero, habrá calado hace tiempo la simpatía que le profeso a James Wan, un director que tras una década de actividad, ha sabido crear un estilo propio en un género en el que parece que todo está inventado.

Con mucha curiosidad, pues quedé muy complacido con la primera parte, me acerqué a este Insidious, Capítulo 2. El inicio, pues, de este segundo capítulo se sitúa justamente dónde terminó el primero, con los Lambert, aquella familia hostigada por fantasmas, tratando de rehacer su vida en la vieja casa de la madre de Josh. El atemorizante plano final de Insidious, que tomamos por un guiño al espectador, toma fuerza en esta segunda parte y da para toda una nueva trama de eventos construída alrededor de los puntos más oscuros de la película original.



En Insidious 2, de hecho, los vivos atrapados en "más lejano" (o "the further", en inglés) tienen la habilidad de desplazarse en el tiempo, por lo que algunas partes del film funcionan como una suerte de revisitación a escenas claves de la película anterior, reeditadas con nuevo metraje, que ofrece una supuesta explicación a los enigmas de la saga.


¿No recuerda un poco a cierta segunda entrega de una famosa saga de los ochenta sobre viajes en el tiempo? Lamentablemente, aquel guión milimétrico y entretenidísimo de Bob Gale, nada tiene que ver con el impostado y hueco salto mortal discursivo que propone Leigh Whannel. Insidious 2 se adivina hecha aprisa,sin mucha inventiva, tanto narrativa como visual, y con la única intención de recolectar de nuevo las mieles del éxito de la primera, recurriendo esta vez de forma manifiesta y nada sutil a un tópico tras otro.


Sin embargo, no puedo decir que me haya aburrido. Está clarísimo que la sitúo muy por debajo de la primera parte, pero tiene algunos aspectos a resaltar, como la interpretación de Patrick Wilson y algún momento aislado de verdadera tensión. También agradecí un mayor desarrollo de lo que, si hay tercera parte, podría convertirse en una auténtica mitología, y es que odo lo relativo a "the further" y las leyes que imperan en ese universo al otro lado de la vida podría seguir dando mucho juego, pero de momento, en esta segunda parte, aparte que las sombras que acechan en "más lejano", larga y muy pronunciada es la de clásicos como Poltergeist, El Resplandor y otras tantas.

Digamos que entre Dead Silence Insidious, Capítulo 2, estoy a un paso de que el estilo de James Wan me empiece a resultar cargante y vacío, pero en cualquier caso, si hay un capítulo 3, posiblemente lo vería con interés.

sábado, abril 19, 2014

Europa Report (Sebastián Cordero, 2013)

Sabida mi fascinación por el género del found-footage (genero cinematográfico que articula una historia ficcional en torno a imágenes supuestamente recuperadas de alguna expedición o cobertura periodística) un par de amigos me recomendaron Europa Report, del director Sebastián Cordero.

La Europa 1 es la primera nave tripulada con destino, precisamente, a Europa, una de las cuatro lunas de Júpiter, dónde se han avistado indicios de una posible vida microcelular. Un fallo en las comunicaciones deja sin noticias al control de la misión en Tierra antes de que la nave alcance su destino. Años más tarde, el Europa 1 comienza a transmitir de nuevo. El archivo videográfico de la nave dará por fin la clave sobre qué sucedió con los astronautas destinados a tan importante misión.



A medio camino entre el found-footage y el falso documental (géneros parecidos pero con sutiles diferencias), Sebastián Cordero elabora una trama sencilla, que para esconder sus carencias narrativas, se nos presenta montada de forma no lineal, sin respetar así las normas no escritas del género, apoyado siempre en un desarrollo cronológico o, a lo sumo, en un montaje paralelo (el de los investigadores caminado parejo a las grabaciones encontradas) que retrase y genere suspense en torno a la resolución final.

Cordero se permite, sin embargo, saltos hacia atrás y hacia delante en una de las tramas, todo para que al final, el enigma pre-fabricado por este montaje, no satisfaga nuestras espectativas. La muerte del oficial científico James Corrigan (tranquilos, esto ocurre a los 10 minutos del inicio) tiene una explicación puramente anecdótica y para nada relacionada con el meollo de la historia. Casi me atrevo a decir que montado de forma lineal, hubiera sido más impactante y conmovedor.


En general, no solo la de James, sino que otras bajas e incidencias técnicas responden a causas arbitrarias, no generan giros argumentales y no hacen avanzar la trama. Obviando el impactante plano final, poco o nada se profundiza en la investigación que les ha llevado allí. "Es un mcguffin", dirían algunos, pero es que ni siquiera sirve de apoyo a un drama humano de mayor interés, como debería ser su cometido.


En lo positivo destaco las escenas introductorias, que junto a un diseño de producción  realista, logran transmitir esa verosimilitud que se le exige a un falso documental, y la actuación de Sharlto Copley, aunque su papel sea demasiado parecido al que interpretaba en Distrito 9. También quisiera destacar la presencia de una de mis musas de los noventa, Embeth Davitz, (quien gave her sugar, baby, a Bruce Campbell en El Ejército de las Tineblas) que a pesar de su ausencia en grandes títulos de Hollywood, demuestra en Europa Report sus tablas como actriz seria y madura.

La película de Sebastián Cordero no llega a ser mala, pero se echa de menos el talento y la genialidad de aquellas que el director se permite tributar. Todo recuerda vagamente a Alien, 2001 o La Cosa, pero Europa Report no está a la altura ni narrativa ni visualmente.

jueves, febrero 20, 2014

John dies at the end (Don Coscarelli, 2013)

John dies at the end es la última película de Don Coscarelli, quien nos diera en el pasado la admirada saga de Phantasma y algunas otras joyas inclasificables como El Señor de las Bestias o Bubba-Ho-tep.

En la calle lo llaman "salsa de soja" y transporta a los que la toman a través del tiempo. Sin embargo, cuando algunos regresan ya no son seres humanos. Así es como se produce una invasión silenciosa de la Tierra que hace que la humanidad necesite urgentemente un héroe. Aquí aparecen John y David, un par de desertores de la universidad que apenas son capaces de mantener un trabajo. ¿Podrán estos dos seres aterrados salvar a tiempo a la humanidad? (Filmaffinity).


Es difícil encontrar hoy día una comedia de terror tan absolutamente desvergonzada, imaginativa y al mismo tiempo inteligente y coherente con su propio universo (o multiuniversos, en este caso) como John dies at the end. Con este film, Don Coscarelli ha conseguido el más dificil todavía, al menos discursivamente. Para que me entendais; no pocas veces he empezado mis críticas con una cantinela parecida a esta: "premisa interesante y con posibilidades que se echa a perder con un desarrollo inverosímil y pedestre", pero en este caso es justamente al revés: lo absolutamente inverosimil y pedestre es la premisa, la idea de partida. Honestamente, no hay quien se la trague, y sin embargo tenemos un desarrollo realmente efectivo, gracias a unos buenos gags y un guión in crescendo que, aun con sus altibajos, provee de un beat increíblemente rítmico al montaje.


Lógicamente, tratándose de Don Coscarelli la historia resulta por momentos disparatada y  surrealista, y hemos de admitir que cuesta un poco juntar todas las piezas, pero uno se queda con la sensación de haber saltado, junto con los protagonistas, a una dimensión paralela, no esa en la que habita el villano lovecraftiano Korrok, sino aquella otra que el maestro Coscarelli gobierna según sus propias reglas, que como buenos discípulos, seguro habremos aprehendido (sí, con H) cuando sorteábamos tumbas abiertas y escapábamos de esferas asesinas por los pasillos de algún mausoleo (a buen entendedor...).

En lo visual el resultado es bastante irregular. Estamos ante una serie B pura y dura (ha costado 12.000 dólares), y eso se nota en la pobre factura de algunos efectos especiales (no todos, cuidado, hay planos que son de sobresaliente). Coscarelli combina efectos físicos y maquillaje con fondos y personajes recreados digitalmente, necesitando estos últimos un mayor hervor. Sin embargo, la fotografía está realmente cuidada a lo largo de todo el metraje y su responsable Mike Gioulakis consigue darle al film un aspecto moderno y acorde al género. 


Hay momentos realmente divertidos y frases para enmarcar. Aunque los dos protagonistas (Chase Williamson y Rob Mayes) no pasan del aprobado, sí que se agradece la presencia de actores de primer nivel como Clancy Brown (Los Inmortales, Perdidos) y Paul Giamatti (Saving Mr. Banks, La joven del agua, Entre Copas) o rostros entrañables como Angus Scrimm (el Hombre Alto en la saga de Phantasma) o Glynn Turman (Super 8), de quien hablábamos recientemente en nuestro pódcast sobre Gremlins.

Por esa historia quizá algo desordenada y confusa; por la poca vergüenza de ciertas escenas; por la necesidad de una cierta competencia lectora y por lo comentado sobre los VFX's, John Dies at the End pudiera no ser plato de buen gusto para algunos puristas, pero en Copia Zero le reconocemos clase, inteligencia y saber hacer. Si entras en el juego, puedes pasar un rato realmente divertido.

martes, febrero 18, 2014

Nebraska (Alexander Payne, 2013)

Nebraska es la novena película de Alexander Payne (A propósito de Schmidt, Los descendientes o Entre Copas), y es uno de los films candidatos a Mejor Película en la inminente Ceremonia de los Oscars. También hay nominaciones para su director, para Bruce Dern como actor principial (ya galardonado en Cannes), June Squibb (que interpreta a su esposa) y para el guión y la fotografía.

La policía detiene en Billings, Montana, a Woody Grant, un anciano que camina peligrosamente por el arcén de la autopista. Woody ha decidido ir andando hasta Lincoln, insistiendo en que allí, unos editores le darán el millón de dólares que le han "concedido" en una carta publicitaria. Pese a la reticencia de sus familiares, que saben que todo es un engaño, Woody y su hijo menor emprenderán un viaje en coche a través del estado de Nebraska para reclamar el ansiado "premio".


Alexander Payne, se muestra fiel a las temáticas que domina y nos ofrece una historia costumbrista poblada de personajes que, pese a estar algo estereotipados (el matón del pueblo, el familiar con éxito, los primos idiotas), están dotados de bastante personalidad - que no carisma - y realismo. Se trata de un retrato de la América profunda, tanto en lo antropológico como en lo geográfico, que diciendo lo mínimo evoca todo un crisol de sensaciones conocidas.

Uno de los atractivos de Nebraska es su correctísima fotografía, obra de Phedon Papamichael, que otorga el tono necesario al film, connotando esa amarga nostalgia de un tiempo pasado que no fue ni mejor ni peor, sino tanto o más duro que el actual. La película consigue atraparnos sin ofrecer ningún otro virtuosismo técnico más allá de un intachable academicismo formal, que no está reñido con la fuerza de algunas secuencias, ni con un estilo propio que va más allá de haber elegido filmar en blanco y negro.



Pero sin duda el plato fuerte es la presencia del legendario actor clásico Bruce Dern, en un papel diseñado para obtener la nominación que ostenta. Aun habiendo quedado encantado con su trabajo, pienso que el mérito de este Woody Grant, está también en Payne y en el guionista Bob Nelson. La habilidad del cineasta para crear entornos sugerentes, la selección de un reparto que está sembrado en sus réplicas, y las palabras justas (y los silencios) del guión de Nelson, son materias primas para que el protagonista de La Trama (Alfred Hitchcock, 1976) despliegue su veteranía en perfecta sinergia con todo el equipo.

Payne es ha sabido perfilar su estilo a lo largo de los años, y nos presenta ahora esta obra de madurez, de austeridad narrativa, contundente y dura en su discurso y exquisita en lo formal, que retrata con audacia a la clase media rural estadounidense; pobres diablos tan alejados como anhelantes del sueño americano, que no es sino una estafa más, como la carta a la que se aferra el viejo Woody en su odisea particular.

domingo, febrero 09, 2014

Splice: Experimento Mortal (2009, Vinzenzo Natali)

Me acerqué con cautela a Splice. Sin llegar al spoiler, sí se rumoreaba entre podcasters y twitteros sobre un giro final excesivo que provocó el rechazo de una parte importante de los espectadores. Eso era lo único que sabía del último film del canadiense Vincenzo Natali, (quien nos regaló Cube hace ya más de diez años) cuando esta tarde me decidí a verla.



Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son dos brillantes científicos que, por medio de la ingeniería genética, se dedican a crear variaciones de especies conocidas. Aunque han alcanzado el éxito, su ambición les hará perder el control, cuando, en secreto, decidan llevar sus experimentos más allá de la moral. Combinando ADN humano en sus experimentos genéticos obtendrán un nuevo escalón en el árbol evolutivo actual. Lo llamarán... Dren.

La película empieza realmente bien. Es de agradecer que, en un tiempo en el que cada vez más directores optan por obviar los títulos de crédito inciales, Splice cuente con una bella, sugestiva y plásticamente vigorosa introducción generada en CGI, pero con el regusto de los viejos clásicos de terror y ciencia-ficción, acompañada de una efectiva música compuesta por Cyrille Afort.



Desde el primer momento, y durante todo el metraje, Natali no se corta en mostrarnos hasta dónde son capaces de llegar sus artistas de VFX. Cada nuevo engendro genético, cada paso en la evolución de estas criaturas supone un logro en si mismo, y todos ellos culminan en la joven Dren. Bellísima aun en su deformidad, supone una auténtica cima creativa fruto del talento de maquilladores, de técnicos en 3D y muy especialmente de la actriz Delphine Chanéac (de origen francés, elegida - supongo - por la distancia entre sus ojos, que ha sido exagerada sutilmente en postproducción). 

Cada plano está bellamente compuesto e iluminado por Tetsuo Nagata consiguiendo una textura pictórica y una ambientación gótica que le va de maravilla a la historia. Natali se permite además homenajes velados a los monstruos de la Universal y al mejor Cronemberg, tanto visuales como en el guión.



La trama en sí está bastante manida (científicos que juegan a ser Dios), pero hay tantas sorpresas, tantas fases en la evolución física de Dren, que es imposible aburrirse. La falta de sentido común e incluso la redomada idiotez de la pareja protagonista en ciertos momentos, no supone ningún problema para empatizar con ellos (Tampoco Peter Cusing demostraba muchas luces en el Frankenstein hammeriano). El trabajo de Sara Polley y (especialmente) Adrien Brody es bueno y ayuda bastante a aportar credibilidad a una cinta que no tiene la más mínima base científica. Pero es que el enfoque de Natali está tan meridianamente claro, que como aficionados al fantasterror, no tenemos más remedio que abandonarnos a nuestras pulsiones más primarias, abrazar la inmoralidad de la que hace gala el film, e incluso disfrutar morbosamente de escenas tan perturbadoras como hermosas.

Admito que hay un punto en que la historia empieza a resultar algo excesiva, y llegado el momento nos preguntamos "¿Qué será lo próximo?". Entiendo que el giro final no haya contentado a todo el mundo. Pero en general, se nota (para bien) el sello del productor Guillermo del Toro; hoy día se echa de menos un cine fantástico tan políticamente incorrecto, y al mismo tiempo tan clasicista, pulcro, sólido y entretenido. Lo he pasado en grande.

viernes, febrero 07, 2014

Capitán Phillips (Paul Greengrass, 2013)

Capitán Phillips, de Paul Greengrass, como American Hustle o El Lobo de Wall Street, está también basada en hechos reales. Aun compitiendo para Mejor Película, Capitán Phillips no ha recibido nominación para el resto de premios gordos, como se les suele llamar. Sí que es candidata para Mejor Sonido, Mejor Edición de Sonido, Mejor Montaje, Mejor Guión Adaptado y Mejor Actor Secundario.

En el año 2009, en aguas internacionales a 145 millas de la costa de Somalia, en el cuerno de África, el buque Maersk Alabama, al mando del capitán de la marina mercante estadounidense, Richard Phillips (Tom Hanks), fue abordado y retenido por piratas somalíes, siendo el primer barco norteamericano secuestrado en los últimos doscientos años. 


En un tiempo en que el denostado género de acción está dominado por superhéroes y producciones millonarias, se agradece una película austera y a la vez impactante, como Capitán Phillips. Greengrass es capaz de articular un discurso moderno y comercial, con toques de cine documental (cámara en mano, diálogos pisados, etc.), sin renunciar por ello a un montaje ágil y estilizado, o un uso de la música bastante convencional y efectivo. El guión de Billy Ray es estructuralmente intachable, y consigue desarrollar una trama interesante, a partir de un "hecho real". Si obviamos las quejas de algunos marinos que fueron testigos reales de los hechos, y atendiendo únicamente a las formas de narrar, Greengrass logra hacernos creer que aquello pudo realmente pasar tal cual se nos explica.



La veteranía es un grado, y Tom Hanks anda sobrado de ella. Su aproximación al capitán resulta sobresaliente de principio a fin, logrando un personaje creíble y muy en sintonía con las opciones discursivas de su director. En mi opinión, debió haber sido nominado a Mejor Actor, pues su interpretación logra eclipsar por momentos sus mejores trabajos del pasado. El debutante Barkhad Abdi (de origen somalí) no lo hace nada mal, aunque no considero que merezca hacerse con el Oscar al que está nominado.

En lo negativo, poco hay que decir. La inexactitud histórica señalada por los subordinados de Phillips (afirman que el capitán hizo poco o nada por evitar la situación e incluso la provocó, negándose a dar un rodeo para evitar a los piratas) es sin duda un trago amargo para director y guionista, y síntoma evidente del ciego fanatismo de algunos story-tellers, empeñados en erigir falsos héroes. Atendiendo a esto, algunos podrían llamarla  "americanada", pero lo cierto es que como película resulta tremendamente entretenida y tampoco es que haya ningún momento de exaltación patriótica manifiesta.



Al contrario, en Capitán Phillips, el heroísmo está en las decisiones del protagonista, en sus palabras, y su temple, no en sus dotes para el combate cuerpo a cuerpo ni en su habilidad para saltar distancias imposibles. Por lo tanto, bien podría funcionar como paradigma de lo que debería ser el cine de acción norteamericano en la actualidad. Sin volverés ni yippie-ka-yei's, mesurada en el uso de efectos visuales y escenas imposibles, pero comercial y espectacular allí donde se requiere.

miércoles, febrero 05, 2014

La gran estafa americana (David O'Russell, 2014)

La gran estafa americana, basada en uno de los operativos Abscam (grabaciones en vídeo orientadas a desmantelar casos de corrupción política) del FBI de los años 70-80, está dirigida por David O'Russell (Tres Reyes, Extrañas Coincidencias) y acumula nueve nominaciones, entre las que figuran los premios realmente gordos (Mejor Película, Director, Actor, Actor Secundario, Actriz y Actriz Secundaria).



Esta es la historia de un brillante estafador, Irving Rosenfeld (Christian Bale), que junto a su astuta y seductora compañera, Sydney Prosser (Amy Adams), se ve obligado a trabajar para un tempestuoso agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper). DiMaso les arrastra al mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey, tan peligroso como atractivo.

Con un discurso narrativo quizá demasiado pegado al de Scorsese en El Lobo de Wall Street, (distintas voces en off, travellings que siguen a los personajes, rock de la época) David O. Russell logra una cinta ágil, divertida y con algunas virtudes muy notables. Dicho esto, el primer acto puede resultar árido, debido a una casi nula identificación primaria. Durante 25 minutos nuestra empatía será puesta a prueba con unos personajes que exhiben sin tapujos su baja condición y fibra moral.


Sin embargo, poco a poco entramos en el juego y reímos las gracias y las desdichas de estos estafadores, habilmente retratados desde la ternura que nos inspiran los anti-héroes. El humor camina parejo a la tensión, en escenas que pondrán a prueba el ingenio y la pericia de los estafadores. El miedo a ser descubierto, el éxito, la anticipación del desastre; todo es vivido por el espectador con una mezcla de nerviosismo y risa floja.

Al contrario que otras historias corales, American Hustle está equilibrada y otorga a cada intérprete las frases justas, dandoles a cada cual una o varias oportunidades de lucirse. Jennifer Lawrence, es ya mi favorita para el Oscar a Mejor Actriz de Reparto sin haber visto a sus competidoras, y también Bradley Cooper hace un buen trabajo con su papel. Christian Bale, en uno de sus ya clásicos alardes de transformismo, nos regala una barriga cervecera y un peinado de cortinilla, aunque su rostro anguloso permanece intacto y su interpretación, aun nominada a los oscars, no es la más brillante de la cinta. Amy Adams, como en Man of Steel, sigue sin transmitirme gran cosa. Se nos regala además, el caramelo de la breve aparición de Robert DeNiro en el papel del mafioso Victor Tellegio.


Formalmente la película cumple los estándares y recrea con bastante eficacia los años 70-80, aunque quizá peque de excesivamente retro en algunos momentos, sin duda con fines humorísticos o nostálgicos. El manido recurso de recurrir a conocidas canciones de la época, hay que decir que sigue funcionando y viene perfecto para situar la película temporalmente.

No la considero tan notable como para hacerse con el Óscar a Mejor Película, pero embargo sí que es merecedora de casi todas las nominaciones que ostenta.

lunes, febrero 03, 2014

I sell the dead (Glen McQuaid, 2008)

Tenía ganas de ver I sell the dead, la opera prima del técnico de efectos visuales irlandés Glen McQuaid, una historia de vampiros con un marcado toque irish, donde participaban mis adorados Angus Scrimm y Dominic Monaghan, a quienes profeso una incondicional admiración por distintos motivos.

Los ladrones de tumbas Arthur Blake (Monaghan) y Willie Grimes (Larry Fessenden) son capturados. Cinco horas antes de que Arthur acompañe a Willie para ser ajusticiado, cuenta su historia al párroco Francis Duffy (Ron Perlman). Pronto se descubrirá que no son unos ladrones de tumbas corrientes, ya que por sus historias se descubre que no todos los cadáveres son iguales.



Mientras me preparaba para hacer esta review, he buscado inútilmente alguna referencia a novelas gráficas o cualquier trabajo literario anterior relativo a I sell the dead. Sin embargo, a pesar de las referencias y el marcado barroquismo visual al estilo de los comics, me sorprende comprobar que esta película se basamenta únicamente en la imaginación de su director y guionista. Y es que desde el inicio echamos en falta una mayor contextualización de la historia. De algún modo, me imaginé que ese contexto lo encontraría en una obra previa (lo cual ya sería un error), pero no; se trata simpelmente de un guión cojo, excesivamente lineal, repleto de tópicos y estructurado a base de pequeños micro-episodios autoconclusivos sin una trama interesante, en torno a unos personajes excesivamente planos.


El presupuesto de la película no llega a los 5.000 dólares y hay que decir que se esto se nota para mal. Los efectos especiales requieren una mayor dedicación y el uso casi permanente de la pantalla verde y los fondos generados en Photoshop producen una sensación de claustrofobia y colocan al film en la frontera de lo amateur. Tampoco ayudan ciertas taras en la planificación y el montaje (hay una escena en la que volvemos al mismo plano en 4 ó 5 ocasiones) e incluso en la composición de la música; pareciera que la banda sonora consta de un único track ininterrumpido de 90 minutos. Siendo justos, el resultado no es desastroso; en un videoclip de rock o incluso en un cortometraje, hubiera sido aceptable, pero en un largo resulta demasiado elemental.


Hay que reconocerle a Glenn McQuaid su astucia como negociador, pues sin invertir una millonada, ha logrado convencer a gente muy notable del mundillo artístico para participar en su B-Movie. Lamentablemente, ni siquiera la presencia de rostros tan importantes como Ron Perlman (Hellboy, El nombre de la rosa), Dominic Monhagan (El señor de los anillos, Perdidos) o el mismísimo Angus Scrimm (el Hombre Alto en la saga de Phantasma) logran levantar esta historia tan floja como pobremente llevada a la pantalla.

Cuando me senté a ver I sell the dead, no tenía ni idea sobre los detalles del presupuesto ni sobre el argumento (fijaos, llegué a creer que debían existir unos comics, una obra a la que aludía y cuyos guiños yo no era capaz de ver), pero creo que incluso una serie b puede atrapar a un espectador generoso y open minded aunque no vaya preparado. Siento decir que, sin tener tampoco altas espectativas al respecto, he sufrido una gran decepción.

jueves, enero 23, 2014

El Lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013)

Sexo, drogas y negocios de riesgo. Sobre esos tres pilares se basamenta la trama de El lobo de Wall Street, el último filme de Martin Scorsese - basado en la autobiografía del corredor de bolsa Jordan Belfort -  que llegó a nuestras pantallas el pasado viernes. La película acumula seis candidaturas a los Oscars, incluyendo mejor película, director, actor protagonista en una comedia (?) y guión adaptado (Terence Winter).

A mediados de los años ochenta, Jordan Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna cuando tenía poco más de veinte años como fundador de una agencia bursátil le valió el mote de 'El lobo de Wall Street'.


Cuando uno abandona el cine tras El lobo de Wall Street, no puede creer que hayan pasado tres horas desde que entró. Sobre una estructura narrativa muy similar a la de otros títulos de Scorsese (Uno de los nuestros, Casino), el guionista Terence Winter ha tejido una sólida red de diálogos jugosos, en la boca de personajes tan frívolos como carismáticos, superficiales en apariencia, pero habilmente definidos y de una innegable autenticidad. El aspecto financiero de la trama ha sido inteligentemente relegado a un segundo lugar; como espectadores no necesitamos conocer datos bursátiles, pues lo que nos interesa es el drama humano (y el despiporre orgiástico) de Belfort. Tanto es así que éste, mirando directamente a cámara llega a decir: "Un momento, no os estáis enterando ¿Verdad? Da igual."

El antihéroe mujeriego, drogadicto e implacable en los negocios que interpreta Leonardo DiCarpio es el perfecto reflejo de nuestro lado oscuro, y como tal, el espectador goza de lo lindo viéndole triunfar, consumiendo quaaludes e 'intimando' con prostitutas de alto standing en yates de lujo.


En manos de otros directores, el filme podría haberse quedado en una crítica superficial y llena de clichés sobre la frivolidad y el culto al dinero, pero Scorsese usa una mirada libre de prejuicios en la que el éxito, el desenfreno y la morbidez llegan de forma natural e inevitable, permitiéndonos empatizar desde el principio con este de broker mesiánico y con su pandilla, una colección de nerds, fracasados y chulos de gimnasio reconvertidos en apóstoles de las finanzas.

Esta naturalidad no está reñida con un gusto exquisito en la imagen, una fotografía academicista rica en luces y contrastes y un alto control de los tiempos narrativos. Scorsese no renuncia a montajes acelerados sobre la base de potentes temas musicales, pero también sabe cuándo echar el freno y regalarnos diez minutos de un simple plano contraplano sustentado únicamente por el talento de sus actores.


Leonardo DiCaprio demuestra sobradamente que su etapa como ídolo adolescente ya pasó; hace un trabajo excepcional, e incluso en momentos en los que podría resultarnos sobreactuado, lo pasamos en grande con su histrionismo contenido (me refiero sobre todo a la primera discusión con su su segunda mujer, Naomi).

DiCaprio no es el único que brilla con luz propia en su papel de Belfort. Muy de cerca le sigue Jonah Hill, que interpreta al hombre de confianza Donnie Azoff, o un Matthew McConaughey inspiradísimo cuya intervención no llega a los diez minutos. También Kyle Chandler (Super 8) está genial como el implacable y sin embargo templado agente del FBI Patrick Dehnam. Personalmente agradecí la presencia del actor/director Rob Reiner (responsable de títulos tan dispares como Misery, Spinal Tap, Cuando Harry encontró a Sally o La Princesa Prometida), y hasta la guapísima Margot Robbie demuestra ser algo más que un cuerpo de infarto.

Lo único que puede echársele en cara a Scorsese es un leve decaimiento del interés hacia el final del filme. En vez de terminar con un clímax o momento álgido, la trama se va desinflando progresivamente conforme Belfort va cayendo en los infiernos. Con todo, y pese a mi reticencia hacia los discursos faraónicos de más de dos horas de duración (¿Dónde quedaron los digeribles 100 minutos de los años noventa?), tengo que decir que las tres horas de El lobo de Wall Street han sido de las más rápidas y más divertidas que he pasado en mucho tiempo.