viernes, octubre 14, 2011

El Señor de los Anillos (Peter Jackson)

No me engaño. Se que además de los gustos personales de cada cual, hay ciertas corrientes de opinión en las que uno se va encorsetando sin darse apenas cuenta, aceptando como verdaderas o plausibles ciertas convenciones. Hay perfiles sociales que, si bien están estereotipados, guardan un sustrato de verdad. Por ejemplo; si rondas la treintena y creciste con el cine fantástico de Spielberg y Lucas, es muy posible que también te rindas a la magnificencia épica de la Trilogía de El Señor de los Anillos. Tanto más si uno tiene cierta formación al respecto de las técnicas de postproducción y efectos visuales.

Aunque me niego a entrar en ese saco, si es cierto que como muchos, fui uno de los que a raíz del estreno cinematográfico de La Comunidad del Anillo (Peter Jackson, 2001) se hizo con los libros de J. R. R. Tolkien para leerlos, quizá tardíamente, por primera vez. En su día, quedé maravillado por la fantasía y la aventura que destilaba la novela, y esperé pacientemente el estreno de las dos películas que completarían la trilogía: Las dos torres  y El retorno del rey (Peter Jackson, 2002-03) .

Una cosa si es cierta. Jamás el universo de Tolkien fue ni será retratado en el cine con tanto cuidado y esmero. Las películas de Peter Jackson rezuman una impresionante calidad técnica y atención al detalle. Nada ha sido omitido: cada máscara, cada armadura y cada matte painting alude con fuerza al mundo imaginado por el escritor británico. Los fans pueden estar contentos. Sí, porque además, la fidelidad al libro es profusa y absoluta, salvo algunos detalles duramente criticados en su día, pero perdonados y olvidados al poco tiempo.

Peter Jackson pasó de dirigir títulos como Mal gusto (Bad Taste,1987) y Braindead, tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992) a dar vida a uno de los textos de narrativa fantástica más respetado y temido por la industria cinematográfica. Después de algunos trabajos divertidos y canallas, abrazó los grandes presupuestos y actualmente se codea con el mismísimo Spielberg.

No obstante, a mi modo de ver, tampoco hay para tanto con El Señor de los Anillos, e incluso me atrevo a soltar la manida frase: "están sobrevaloradas". No las he revisado recientemente y escribo basándome sólo en mi memoria. Pero sí que vi varias veces La Comunidad del Anillo, y un par Las Dos Torres y El Retorno del Rey. El problema principal de estas películas es el tratamiento de la historia y la supeditación a un envoltorio deslumbrante que oculta no obstante serias carencias narrativas.



No negaré que la primera parte funciona bien. Tiene un prólogo inquietante, una hermosa introducción y un desarrollo emocionante y variado. Su larga duración se soporta gracias al cambio continuo de escenarios, a cual más espectacular, y el desfile incesante de pruebas y peligros para nuestros héroes. No ocurre lo mismo con Las Dos Torres. De repente, la vivacidad de que hacía gala su predecesora, desaparece en este segundo acto, estanco, lento y aburrido hasta el hastío, donde llegamos a plantearnos si no hubiera sido mejor eliminar una o dos escenas en lugar añadir los 50 minutos de su edición especial. 


La línea argumental relativa a Frodo, Sam Gamyi y Gollum, es agotadora. La desconfianza de Samsagaz hacia Gollum queda patente gracias a unos diálogos repetitivos y cansinos. Dicho de otra forma, hay cuatro o cinco escenas iguales. El resto de la película aguantaría el tirón si no fuera por una mal entendida fidelidad al texto de Tolkien. Habrá quien se eche las manos a la cabeza, pero siempre he defendido que el cine y la literatura son lenguajes distintos y que una innecesaria fidelidad puede ser contraproducente (vease El Resplandor de Mick Garris) ¿Hay necesidad de reproducir hasta el milímetro cada pequeño detalle, a riesgo de confundir y/o perder definitivamente al espectador? La cantidad de información vertida en las películas de Peter Jackson, y sobre todo su extensa duración, llega a ser abrumadora. Este tratamiento quizá hubiera sido lícito racionado en capítulos de cuarenta minutos - Jackson podría haber dado forma a una gran serie de televisión - pero se hace denso y carente de interés si tenemos que permanecer inmóviles ante la pantalla durante tandas de 4 horas.


El Retorno del Rey vino a mejorar un poco la situación; la recuerdo más entretenida y variada que Las Dos Torres, pero  para entonces la llama de la aventura y mis espectativas se habían apagado. Los personajes parecían cada vez más de cartón piedra. Una mirada perdida, un tono de voz quebradizo y un brillo en los ojos añadido en postproducción, parecían ser suficiente para disimular un diálogo recargado y artificioso que no hace más que repetir frases huecas revestidas de épica y heroísmo (como en Star Wars, lo admito). El Monte del Destino, el Anillo, la misión, la cuestiones morales y el valor.... todo ello había perdido su sentido y sonaba más a una cantinela que a otra cosa. Las escenas emocionantes, el clímax y el epílogo sí me llegaron a emocionar, gracias principalmente a manidos recursos cinematográficos de la vieja escuela (música, fotografía, etc.). Ya sabemos que el caldo de la vieja escuela siempre nos salva los garbanzos.


Por lo demás, y aunque sea cine fantástico, se echa de menos un mayor realismo a lo largo de las 12 horas que dura el enredo. Algo más de barro, sangre y entrañas. Menos filtros de postproducción, etalonaje y efectos especiales. No se si por suerte o por desgracia, con El Señor de los Anillos empezaba a tomar forma un nuevo concepto visual fuertemente apoyado en la fase de postproducción; una tendencia todavía en alza y que ha tenido su máxima expresión en la sobrecargada irrealidad de 300 (Zack Snyder, 2006) o en la inminente Inmortals (Tarsen Singh, 2011). ¿Dónde quedó el realismo desgarrador de las batallas de Braveheart (Mel Gibson, 1995)? La epopeya de William Wallace empieza a parecer una película clásica (o casi documental) frente a la estilizada saga de El Señor de los Anillos.
 
Así lo viví yo. Mis excusas a los acérrimos fans de la saga, cuyos motivos para defenderla también son loables y fundados.

Namasté, digo Namarïe.

martes, octubre 11, 2011

El Misterio de Salem's Lot (Stephen King, 1975)

Hace unos días acabé otra de las obras que tenía pendientes con el maestro del horror.  Salem's Lot (1975) fue su segunda novela tras la exitosa Carrie y supuso su consagración como uno de los primeros nombres de la narrativa fantástica norteamericana. Al poco de terminar de leerla, me dispuse a ver la legendaria adaptación televisiva de 1979.

A pesar de ser una de sus primeras obras, King deja entrever algunas constantes en su narrativa. No sería la última vez que nos presenta a una pequeña población de Nueva Inglaterra como personaje atómico y plural. En el pueblo de Salem conviven personajes de diversa condición social y moral. Tenemos cincuentonas cotillas, borrachos, jugadores, inadaptados, sádicos, maltratadores y también hombres valientes, responsables y comprometidos.

¡Ay! Esas viejas portadas de P&J
 Entre estos últimos enontramos al protagonista Ben Mears; un escritor - qué casualidad - con un par de libros de éxito que vuelve a su tierra natal con la intención de escribir sobre el pueblo. Pretende centrarse en la casa de los Marsten; una mansión en la que Mears vivió una desagradable experiencia cuando era niño, y que a su criterio actúa como catalizador de fuerzas malignas. No se equivoca; pronto conocerá a Straker, un misterioso hombre de negocios que no es sino el servidor de un mal mucho más antiguo y primigenio que el que atemorizó al escritor en su niñez.

Aunque reconocemos el estilo particular de su autor, lo que hace diferente a Salem's Lot es el entusiasmo, la ingenuidad y la energía con que parece haberse escrito. Encontramos a un Stephen King que se recrea con libertad en escenas deudoras del estilo gótico y recargado de Poe o Lovecraft; desapariciones en bosques neblinosos, resurrecciones demoníacas y la eterna lucha entre bien y el mal. La santa señal de la cruz, estacas y agua bendita.

Pero también hay pasajes de una inspirada vena poética y melancólica. Sirva como ejemplo la parte que resume el paso de las estaciones sobre la amilanada y aburrida población de Jerusalem's Lot; o la ironía trágica con la que relata las miserables vidas de algunos de sus habitantes.

La obra podría entenderse como el homenaje de un joven King a los genios consagrados del horror; una obra más fresca y sincera que gran parte de su producción posterior. Por encima de todo es una auténtica y genuina historia de vampiros, al estilo de la narrativa clásica o las viejas películas de la Hammer, y como tal, logra estremecer por momentos, incluso al lector más curtido.

El misterio de Salem's Lot, La hora del vampiro o Phantasma II

Las traducciones al español del telefilme fueron, como se puede ver, de lo más variopintas y confusas. Como dato curioso, la edición en DVD aglutina todas las variantes; muestra en su carátula el erróneo título Phantasma II; en el menú leemos La hora del Vampiro, y ya en la película, al aparecer el título original inglés, una voz anuncia El Misterio de Salem's Lot. Incomprensible.

¡Abre la ventana, Él lo ordena!
Pero entremos en materia. En los años setenta ya era bien sabido que adaptar a Stephen King era asunto rentable, y la obra que nos ocupa tuvo su versión televisiva a finales de la década. El director elegido fue Toobe Hooper, que ya nos había dado La Matanza de Texas (1974) y que posteriormente seguiría fiel al género del horror, siendo su cinta más recordada la exitosa Poltergeist (1982).

Da la impresión de que Hooper se planteó El Misterio de Salem's Lot (Salem's Lot, 1979) como una auténtica película de género, sirviéndose de todos los recursos expresivos clásicos del cine de terror, entre los que destaca una magnífica banda sonora compuesta por Harry Sukman, que nada tiene que envidiar al sinfonismo clásico de Bernard Herrmann.

También hay que destacar una cuidada fotografía. A pesar de ser una miniserie, Salem's Lot está rodada en 35 milímetros, lo cual proporciona a algunas escenas un aspecto inmejorable. La casa de los Marsten resulta imponente en esos contrapicados, y las escenas en que los muertos reaparecen flotando en las ventanas de sus vecinos, son igualmente aterradoras.

La casa de los Marsten

Otro de los grandes atractivos es la presencia del veterano James Mason en el papel de Straker (¡Cómo olvidar su Phillip Vandamm en Con la muerte en los talones!). El actor británico nos regala una brillante interpretación que se sitúa muy por encima de sus compañeros de reparto, incluyendo al protagonista David Soul (que interpreta a Mears).

David Soul y James Manson

Pero el tiempo no pasa en balde. Me apena reconocer que los mismos años que han dado solera al libro de King, han tratado muy mal a su adaptación televisiva. A pesar de la cuidada fotografía, la película presenta un aspecto irregular en su diseño de producción; junto a las bellas localizaciones naturales (la mansión Marsten o las típicas calles rurales de Nueva Inglaterra), los decorados de estudio lucen pobres, artificiales y poco trabajados (la habitación de Mark Petrie o el cementerio).

Tampoco me resultó convincente el maquillaje vampírico de Mr. Barlow, inspirado claramente en el Nosferatu de Murnau, pero con un nefasto resultado que nos saca completamente de la historia. Quizás sea injusto hablar de los FX de maquillaje o del montaje sin una cierta perspectiva histórica, pero creo que incluso para ser una película de 1979, su ritmo es excesivamente lento y que a las escenas de acción – aquellas que enfrentan a los vampiros contra los humanos - les hace falta más de un tijeretazo.

Pese a sus fallos, reconozco que cuando la emitieron en Antena 3, no pude apartar los ojos del televisor, y que mi madre y yo aun recordamos con terror a un vampirizado Danny Glick pidiendo a su amigo Mark que abriera la ventana. El Misterio de Salem's Lot se disfrutará si se ve con nostalgia, perspectiva y comprensión.

Obvia decir que prefiero el libro. Aunque me falta por ver una versión más moderna (2004) producida por Warner Bross y protagonizada por el actor Rob Lowe, no creo que cambie mi opinión. Lo poco que he oído sobre ella no es precisamente bueno.

Más información en:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_misterio_de_Salem%27s_Lot