jueves, enero 26, 2012

Spock Speaks! Zachary Quinto habla sobre Star Trek 2

A falta de un año y pico para el estreno de la secuela de Star Trek, dirigida nuevamente por J.J. Abrams y con el reparto original a la cabeza, el protagonista Zachary Quinto ha comentado que los nuevos miembros del reparto, Benedict Cumberbatch, Peter Weller y Alice Eve "se han adaptado perfectamente, aportando un alto nivel de inteligencia y sesnibilidad" a la producción. Al parecer ya hay un guión, si bien no es definitivo y aun está en proceso de desarrollo.


"El guión está en continuo cambio, lógicamente."

Dice Quinto: "Esta siendo realmente fantástico. Llevamos rodando una semana y media, y está siendo increíble regresar a ese mundo. A mediados de diciembre, yo estaba ya en plan "¡Necesitamos leer el guión!". Se ha retrasado un poco, pero es porque han estado trabajando en ello. Ha habido una huelga de guionistas que les ha impedido desarrollar el guión. Ahora está en continuo cambio... vamos, lo normal."

Personalmente me alegro un montón de saber que la cosa está en proceso. Star Trek (J.J. Abrams, 2010) me pareció divertida, fresca, revitalizante y emocionante, y para esta segunda no solo contamos con el mismo director, y el repartazo de la primera (qué ganas de ver a Zoe Saldana enfundada de nuevo en las estrecheces del uniforme de la Flota Estelar), sino que se añaden nombres clásicos como Peter Weller (Robocop, demonios) y una estrella emergente como Benedict Cumberbatch (el nuevo Sherlock Holmes de la serie televisiva).

¿Qué puedo decir? ¡Adelante a velocidad de curvatura!

Fuentes:
io9.com
blogdecine.com

jueves, enero 12, 2012

Blackthorn, Sin Destino (Mateo Gil, 2011)

Mateo Gil, personaje clave en el ascenso meteórico de Alejandro Amenábar, ha sido tres veces premiado con el Goya al mejor guión por Agora, Mar Adentro y El método, y al mejor cortometraje por Dime que yo. Ahora nos sorprende con un western, en la que ha sido su segunda película desde Nadie Conoce a Nadie.
Se atreve además a rememorar la leyenda de los forajidos más legendarios del lejano oeste: Bucht Cassiddy y Sundance Kid. Cassidy (Sam Sheppard), años después de haber sido dado por muerto, vive en realidad retirado en Bolivia bajo el nombre de James Blackthorn. Su fortuíto encuentro con Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) marca el inicio de una última aventura que le llevará en busca del botín que Apodaca dice haber robado a Patiño, dueño de una mina de carbón. Juntos irán en busca de los 50.000 dólares que esconde Apodaca en las minas, con los hombres de Patiño pisándoles los talones. También habrá ocasión para rememorar los buenos viejos tiempos de Cassidy con su inseparable Sundance Kid y la guapa Etta Place mediante flashbacks.

Era muy difícil. La leyenda de este célebre ladrón de trenes ya contaba con varias adaptaciones cinematográficas (quizá la más notable sea Dos hombres y un destino), y está visto que nadie puede contar mejor la historia de Norteamérica que los norteamericanos (con excepción quizá, de los italianos). El film de Mateo Gil apenas está a la altura de la grandiosidad del género.


Se adivina el esfuerzo por lograr un tono intimista, reflexivo y alejado de la épica de Leone o Ford, pero Gil tampoco es precisamente Clint Eastwood, maestro del llamado western crepuscular, y el intento hace aguas por todos lados, por culpa, principalmente de un guión soso que ni nos atrapa ni nos emociona. Curiosamente no lo firma el propio Mateo Gil, sino un tal Miguel Barros.

No nos interesa el dudoso destino del señor Blackthorn y su nuevo compinche Apodaca, porque el guión no les pone a prueba; no hay identificación posible ni sentimos la motivación necesaria para seguirles en su aventura. Además, están interpretados con bastante desapego por Sheppard y Noriega (que además actúa en inglés, con un par).

En las escenas de persecuciones y tiroteos se echa de menos un pulso más vibrante, una dosis mayor de épica; todo parece quedarse en un quiero y no puedo, desde el montaje, a la música.

Así pues, si el tono intimista no consigue trascender y la acción esta pobremente dirigida ¿Qué podemos salvar de este western? ¿Una bonita fotografía?


Ni eso, o al menos, no al 100%. En el apartado visual es destacable el trabajo del departamento de maquillaje, vestuario, dirección artística y fotografía. Pero todo da al traste cuando los chicos de postproducción aplican filtros imposibles. Es cierto que hay bellas panorámicas de los impresionantes valles y desiertos bolivianos; y también un virado hacia los tonos cálidos que dotan al film cierto aire clásico, pero en las escenas nocturnas se nota demasiado la impostura; Mateo Gil evitó las complicaciones de rodar de noche y optó por generar los tonos fríos y azulados en postproducción, con un resultado nefasto, artificial. Tanto es así que a veces hasta podemos ver la dura sombra de los protagonistas sobre la arena cuando se supone que el sol ya se ha puesto.


He visto muchos westerns en mi vida, y si se trata de homenajear a un género que amo, me quedo con las inmejorables revisiones de Clint Eastwood, o las divertidas parodias de Robert Zemeckis, Sam Raimi o Alex de la Iglesia. Con mucho pesar, pues admiro el trabajo de Mateo Gil (estamos hablando del hombre que escribió Tesis y Abre Los Ojos), tengo que decir que Blackthorn; Sin destino no llega ni al aprobado.

Para mi asombro, acumula 11 candidaturas a los Goya, incluídas Mejor Película, Mejor Director, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Montaje y Mejor Guión Original.