martes, septiembre 11, 2012

Las Aventuras de Tadeo Jones (Enrique Gato, 2012)

Por fin se estrenó Las Aventuras de Tadeo Jones, tras una odisea que duró 48 meses y en la que, me consta, han trabajado sin descanso más de 300 técnicos a plena dedicación. Esta película es la culminación del proyecto personal de su director, Enrique Gato, quien anteriormente había dado vida al personaje de Tadeo a través de dos cortometrajes y dos cómics dibujados nada menos que por Jan, el creador del genial Superlópez.

Como Superlópez, Tadeo es una suerte de héroe en zapatillas, un Indiana Jones patoso, cándido y fracasado. No es mala idea en absoluto y tenía muchas posibilidades de resultar algo divertido, pero me temo que una vez más, la idea se ha quedado en eso: una idea. Entiendo el concepto, entiendo cuál es su target y poseo la misma cultura general (o cultura basura, dirían algunos) que su creador Enrique Gato, pero como he dicho, algo se pierde en el camino.



Quienes quieran ver en esta película un producto para niños sin más afán que el de hacerte pasar un buen rato (una coletilla en exceso indulgente que se usa con demasiada asiduidad) están en su derecho, pero en mi opinión la ópera prima de Enrique Gato tiene serias carencias; empezando por el tratamiento de los personajes. En ninguno de ellos se alcanza a ver un atisbo de ingenio, no tienen vida o rasgos distintivos. Incluso las ochentosas películas de Disney eran capaces de construir villanos y héroes deacuerdo a los patrones clásicos, y no por ello faltos chispa, como este Tadeo, su amiga, Sara, el galán malote Max Mordon o el alivio cómico ,Freddy.

El guión corre por los mismos derroteros. Se podrá decir que pretendía ser una parodia, que la gracia está precisamente en su carácter referencial, que es un guiño a Indiana Jones... Nada de eso me sirve. La trama no despierta interés, los chistes necesitan una reescritura urgente y las alusiones al personaje interpretado por Harrison Ford se me hacen demasiado visibles y machaconas, alejándose de lo que hubiera podido ser un discreto y respetuoso guiño a la saga de Spielberg.


Y si todavía se me pudiera echar en cara que no la he sabido ver con los ojos de un niño, permitidme mencionar películas como Shrek (Andrew Adamson, 2001) y Toy Story (John Lassetter, 1995) (también infantiles, paródicas y referenciales, pero con guiones ingeniosos y divertidos) o incluso viejas producciones como Basil, El Ratón Superdetective (Musker, Clements, Mattinson, Michener, 1986), film menor de la Disney que aunque fallido, rezumaba pasión y entusiasmo en cada trazo.

Pero no todo es deleznable en Las Aventuras de Tadeo Jones. Del mismo modo que defiendo la valiente iniciativa de hacer La Herencia Valdemar (Jose Luis Alemán, 2010), (autofinanciarse para adaptar a Lovecraft al cine y contar con Silvia Abascal y Paul Naschy ya merece un aplauso), siempre admiraré las agallas de los creativos españoles al poner en pie proyectos arriesgados como Tadeo Jones, y hay que decir que la animación 3D, y sobre todo la labor de compositing están al más alto nivel. También destaco el buen hacer de los actores que han prestado su voz a estos personajes, especialmente el trabajo de Oscar Barberán como Tadeo.

Ojalá hubieran contado con un buen guión, porque el apartado técnico merece todo mi respeto y aplauso.

miércoles, agosto 08, 2012

Love Never Dies (Andrew Lloyd Webber, 2012)

Han pasado diez años desde el incendio que asoló el Teatro de la Ópera popular de París. Christine Daeé, que está en sus horas bajas y endeudada por culpa de los malos hábitos de su marido Raoul, ha sido invitada por Oscar Hammerstein para cantar en su teatro, pero la oferta es rápidamente superada por el Señor Y, el misterioso dueño del show Phantasma, en la isla neoyorquina de Coney Island. Poco imaginan Christine y su marido Raoul, que el señor Y es en realidad el extraño ser que años atrás los tuvo a su merced, y que pronto los someterá a un trato que pondrá en juego sus vidas y la de sus seres queridos.

Hubo un tiempo en que los aficionados al teatro musical, tras asistir a una representación (o sin tener siquiera la posibilidad de ello), teníamos que conformarnos con escuchar el CD, o recurrir a bootlegs de una calidad de imagen deficiente. Afortunadamente, cada vez son más los espectáculos de Broadway  que salen a la venta en vídeo de forma oficial (ahí están las cuidadas ediciones de Rent, Los Misérables o El Fantasma de la Ópera), para que los fans podamos disfrutar de una experiencia lo más cercana posible a la teatral. Si esto coincide con el advenimiento del Blu Ray y la alta definición, tanto mejor.

Hoy por fin he podido sentarme tranquilamente a ver Love Never Dies, la secuela oficial de El Fantasma de la Opera, con música firmada de nuevo por Andrew Lloyd Webber y con Ben Elton como autor del libreto. Las críticas que ha recibido esta obra, y el nombre de Ben Elton, ligado al nefasto guión de We Will Rock You, me auguraban lo peor. Pero he de decir que mis temores eran, hasta cierto punto infundados. Veamos por qué.

No negaré lo evidente; este montaje teatral es claramente deudor del primer Phantom of the Opera, con una estética intencionadamente efectista y exageradamente oscura y grotesca, basada en el burlesque y el grand gignol, así como en los elementos más icónicos de su obra predecesora.

La historia, la escenografía e incluso los acordes se prestan al juego fácil de la nostalgia. Muchas melodías suenan familiares, y se nos presenta de nuevo a personajes como Madame Giry y a su hija Meg, a Christine, Raoul y por supuesto al Fantasma. La estructura del libreto es por momentos, una copia idéntica de la obra original, y en lo visual volvemos a encontrar puentes colgantes, camerinos, puertas secretas, espejos espías, candelabros, y hasta un mono tocando los platillos.

Ben Elton insiste en hacer creíble un argumento en el que ningún personaje hace lo que sería razonable, que es huir cuando hay ocasión. En cambio, Christine y Raoul aceptan sin vacilar las reglas de juego del Fantasma, haciendo avanzar la trama hacia un dramatismo nada sutil.

Pero al comenzar dije que mis temores eran infundados ¿Verdad? Y es que no todo es deplorable. Recomiendo acercarse a esta producción aceptando, nosotros también, las reglas del juego. Ya sabemos que no es más que la secuela residual de una obra reconocida y de gran éxito, y así entendida disfrutaremos mucho más de sus aciertos, que los tiene.

La partitura incluye algunos pasajes que renuevan el crédito de Webber como creador de melodías inolvidables. Destaco especialmente Till I Hear You Sing, canción con la que abre el show, o la oscura y rockera Beauty Underneath.

El casting está correcto, y aunque todo suene al Broadway más académico, destacaría por encima del resto la voz de Ben Lewis (el Fantasma) por su versatilidad, y la de Sharon Millerchip (Meg) por alejarse de los estándares.

Aunque se toman algunos elementos del primer Phantom, la escenografía es a veces deslumbrante y renovadora de los viejos clichés; un diseño basado en fotos y grabados de la época traslada a nuestros días el ambiente ferial de Connie Island con una fidelidad pasmosa, mientras otros decorados, como la cámara de los horrores del Fantasma, son tan vanguardistas como espeluznantes.

Siendo sincero (y asumiendo ataques de los más puristas) he de decir que me he divertido más aun que con el Fantasma original, que con el paso de los años me empieza a resultar lenta y excesivamente densa. Esta secuela la encuentro más ligera y por ello más llevadera y estimulante. Admitámoslo, todos los Phantom Fans sentíamos una curiosidad casi morbosa por saber qué ocurrió después de que Raoul y Christine escaparan del juego mortal del Fantasma en las catacumbas. Matemos la curiosidad y reencontrémonos con esos viejos amigos una vez más.

lunes, julio 30, 2012

NIVEL 13 vs. DARK CITY: De la realidad virtual a las visiones cosmogónicas

Se masca en foros y blogs de cine fantástico que estas dos películas fueron claras inspiradoras de la saga Matrix. Y es que a finales de los noventa, ya estaba agotado el concepto de realidad virtual en su aspecto más icónico. Esto es, tal como se mostraba en El Cortador de Césped, Acoso, o incluso Parque Jurásico; como una novedosa tecnología destinada al entretenimiento, el mundo empresarial y el desarrollo científico, con la sofisticación y el empaque visual que proporcionaban artilugios como el casco, los guantes y los sensonres de movimiento.

En vez de eso, a finales de los noventa había un interés por dotar al fantástico de mayor profundidad así como un gusto bastante extendido por la teoría de los multiuniversos, o realidades paralelas. Fuera el casco y los cables, estas nuevas películas elevaban el concepto a un nivel interplanetario o cosmogónico, y mostraban el avance tecnológico como herramienta para la dominación.

Tuve ocasión recientemente de revisionar Dark City (Alex Proyas, 1998) y de ver por primera vez Nivel 13 (The Thirteen Floor, Josef Rusnak, 1999), que se enmarcarían dentro de este cine fantástico más comprometido y sesudo, y he quedado bastante complacido de ambas películas, tanto a nivel visual como narrativo. Si bien no están al mismo nivel, ambas son muy disfrutables y fiel testigo de la época que se hicieron.

Los azulejos de Deckard y otros aspectos interesantes de NIVEL 13

Nivel 13 podría considerarse un paso intermedio entre ambos modelos. Desaparecen los props vinculados a la realidad virtual pero en esencia es lo mismo. Una empresa líder en nuevas tecnologías desarrolla unidades de memoria a las que nos podemos conectar y experimentar una simulación de otros mundos, concretamente, una réplica de Los Ángeles en 1937. Cuando Fuller (Armin Mueller-Stahl) el director del proyecto es asesinado, sus compañeros (Craig Bierko y Vincent D'Onofrio) y su hija (Gretchell Mol) encuentran datos reveladores de la naturaleza siniestra del experimento.


En lo visual, el plato fuerte de esta película es sin duda la recreación de la ciudad de Los Ángeles de finales de los treinta, que nos muestra amplias panorámicas de la urbe. La trama de misterio está muy bien articulada y experimenta bastantes giros y reveses inesperados. Si nos ponemos muy verosimilistas (insulto que usaba Hichtcock para referirse a ciertos críticos de cine), es posible que encontremos alguna incongruencia, pero pero el sorprendente final hace que los detalles que nos molestaban acaben por no tener mayor importancia.


En el lado negativo, encuentro las interpretaciones bastante deficientes. Ni siquiera Vincent D'Onofrio (el recluta Patoso, señores) logra destacar.

A pesar de la cuidada recreación de los años 30, el trabajo de fotografía se me hace tan simple y poco creativo como lo peor del cine de acción de los años noventa, por no hablar de algunos decorados que aluden de forma tan innecesaria como poco sutil a Blade Runner. A veces me daba la sensación de estar viendo Soldado Universal o TimeCop. Los efectos especiales se disfrutarán si se perciben desde la nostalgia, pero es innegable que el tiempo les ha pasado factura.

Pese a todo, funciona. Nivel 13 nos remite, en una ágil metáfora, al mito de la caverna de Platón y expone ciertas ideas de interés sobre la llamada dictadura de las máquinas. Nivel 13 es también el producto más serio e interesante en el que se ha involucrado Roland Emmerich, y eso ya es algo. No es una pieza clave del género fantástico, pero es sin duda superior a la media que reinó en los tristes años noventa.

Dark City, en busca de la Tierra Prometida.

La película de Alex Proyas son palabras mayores. Muy pocas veces me he dado de bruces con un producto tan original. Mas cercana a Matrix que Nivel 13 en estética y concepto, es sin embargo una joya atemporal que se mantiene hoy tan fresca como el primer día.


Desde la primera imagen (un travelling vertical que empieza en las estrellas y se va introduciendo en la ciudad oscura que da nombre al film) nos damos cuenta que estamos ante un producto de gran calidad visual. Se perciben ecos del mejor film noire así como reinvenciones de la mejor ciencia ficción desde Metrópolis a Blade Runner.

La película revisita las teorías de Sócrates o Rosseau sobre la predestinación y la bondad innata del hombre, a través de los ocultos, una extraña raza alienígena que ostenta un hipnótico poder sobre la ciudad, mientras tratan de averiguar qué nos hace humanos, particulares y diferentes.

El protagonista del filme, John Murdoch (Rufus Sewell) afectado de amnesia, debe combatir la dominación de los ocultos, subvirtiendo sus normas y alcanzar nada menos que su particular tierra prometida. En este caso, no es la tecnificación informática, sino el avance de la ingeniería genética, el que es puesto en entredicho. Como vemos, una idea profunda revestida por un elegante diseño de producción que deja a Matrix y a Nivel 13 muy por debajo.


Por si fuera poco, el reparto está encabezado por William Hurt, Jennifer Conelly, Kieffer Shutterland y Rufus Sewell, que están más que correctos en sus respectivos roles.

Por mucho que me esfuerzo en buscar algún fallo a esta obra maestra, lo cierto es que me parece redonda en todos sus aspectos formales y narrativos. Solo puedo recomendarla fervientemente y esperar que disfrutéis tanto como yo con su visionado ¿Sí?

jueves, enero 26, 2012

Spock Speaks! Zachary Quinto habla sobre Star Trek 2

A falta de un año y pico para el estreno de la secuela de Star Trek, dirigida nuevamente por J.J. Abrams y con el reparto original a la cabeza, el protagonista Zachary Quinto ha comentado que los nuevos miembros del reparto, Benedict Cumberbatch, Peter Weller y Alice Eve "se han adaptado perfectamente, aportando un alto nivel de inteligencia y sesnibilidad" a la producción. Al parecer ya hay un guión, si bien no es definitivo y aun está en proceso de desarrollo.


"El guión está en continuo cambio, lógicamente."

Dice Quinto: "Esta siendo realmente fantástico. Llevamos rodando una semana y media, y está siendo increíble regresar a ese mundo. A mediados de diciembre, yo estaba ya en plan "¡Necesitamos leer el guión!". Se ha retrasado un poco, pero es porque han estado trabajando en ello. Ha habido una huelga de guionistas que les ha impedido desarrollar el guión. Ahora está en continuo cambio... vamos, lo normal."

Personalmente me alegro un montón de saber que la cosa está en proceso. Star Trek (J.J. Abrams, 2010) me pareció divertida, fresca, revitalizante y emocionante, y para esta segunda no solo contamos con el mismo director, y el repartazo de la primera (qué ganas de ver a Zoe Saldana enfundada de nuevo en las estrecheces del uniforme de la Flota Estelar), sino que se añaden nombres clásicos como Peter Weller (Robocop, demonios) y una estrella emergente como Benedict Cumberbatch (el nuevo Sherlock Holmes de la serie televisiva).

¿Qué puedo decir? ¡Adelante a velocidad de curvatura!

Fuentes:
io9.com
blogdecine.com

jueves, enero 12, 2012

Blackthorn, Sin Destino (Mateo Gil, 2011)

Mateo Gil, personaje clave en el ascenso meteórico de Alejandro Amenábar, ha sido tres veces premiado con el Goya al mejor guión por Agora, Mar Adentro y El método, y al mejor cortometraje por Dime que yo. Ahora nos sorprende con un western, en la que ha sido su segunda película desde Nadie Conoce a Nadie.
Se atreve además a rememorar la leyenda de los forajidos más legendarios del lejano oeste: Bucht Cassiddy y Sundance Kid. Cassidy (Sam Sheppard), años después de haber sido dado por muerto, vive en realidad retirado en Bolivia bajo el nombre de James Blackthorn. Su fortuíto encuentro con Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) marca el inicio de una última aventura que le llevará en busca del botín que Apodaca dice haber robado a Patiño, dueño de una mina de carbón. Juntos irán en busca de los 50.000 dólares que esconde Apodaca en las minas, con los hombres de Patiño pisándoles los talones. También habrá ocasión para rememorar los buenos viejos tiempos de Cassidy con su inseparable Sundance Kid y la guapa Etta Place mediante flashbacks.

Era muy difícil. La leyenda de este célebre ladrón de trenes ya contaba con varias adaptaciones cinematográficas (quizá la más notable sea Dos hombres y un destino), y está visto que nadie puede contar mejor la historia de Norteamérica que los norteamericanos (con excepción quizá, de los italianos). El film de Mateo Gil apenas está a la altura de la grandiosidad del género.


Se adivina el esfuerzo por lograr un tono intimista, reflexivo y alejado de la épica de Leone o Ford, pero Gil tampoco es precisamente Clint Eastwood, maestro del llamado western crepuscular, y el intento hace aguas por todos lados, por culpa, principalmente de un guión soso que ni nos atrapa ni nos emociona. Curiosamente no lo firma el propio Mateo Gil, sino un tal Miguel Barros.

No nos interesa el dudoso destino del señor Blackthorn y su nuevo compinche Apodaca, porque el guión no les pone a prueba; no hay identificación posible ni sentimos la motivación necesaria para seguirles en su aventura. Además, están interpretados con bastante desapego por Sheppard y Noriega (que además actúa en inglés, con un par).

En las escenas de persecuciones y tiroteos se echa de menos un pulso más vibrante, una dosis mayor de épica; todo parece quedarse en un quiero y no puedo, desde el montaje, a la música.

Así pues, si el tono intimista no consigue trascender y la acción esta pobremente dirigida ¿Qué podemos salvar de este western? ¿Una bonita fotografía?


Ni eso, o al menos, no al 100%. En el apartado visual es destacable el trabajo del departamento de maquillaje, vestuario, dirección artística y fotografía. Pero todo da al traste cuando los chicos de postproducción aplican filtros imposibles. Es cierto que hay bellas panorámicas de los impresionantes valles y desiertos bolivianos; y también un virado hacia los tonos cálidos que dotan al film cierto aire clásico, pero en las escenas nocturnas se nota demasiado la impostura; Mateo Gil evitó las complicaciones de rodar de noche y optó por generar los tonos fríos y azulados en postproducción, con un resultado nefasto, artificial. Tanto es así que a veces hasta podemos ver la dura sombra de los protagonistas sobre la arena cuando se supone que el sol ya se ha puesto.


He visto muchos westerns en mi vida, y si se trata de homenajear a un género que amo, me quedo con las inmejorables revisiones de Clint Eastwood, o las divertidas parodias de Robert Zemeckis, Sam Raimi o Alex de la Iglesia. Con mucho pesar, pues admiro el trabajo de Mateo Gil (estamos hablando del hombre que escribió Tesis y Abre Los Ojos), tengo que decir que Blackthorn; Sin destino no llega ni al aprobado.

Para mi asombro, acumula 11 candidaturas a los Goya, incluídas Mejor Película, Mejor Director, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Montaje y Mejor Guión Original.