domingo, agosto 14, 2016

La casa del fin de los tiempos (Alejandro Hidalgo, 2013)

Aun estoy intentando asimilar y dotar de cierto equilibrio a las sensaciones que me ha producido La casa del fin de los tiempos del novel venezolano Alejandro Hidalgo. Pero en líneas generales diré que la he disfrutado mucho.

La película narra la historia de Dulce, una madre coraje injustamente acusada de asesinar a su marido y su hijo, que 30 años más tarde, tras habérsele concedido la condicional, vuelve a la casa donde transcurrieron los hechos. Así, Dulce se enfrentará a su pasado y a las sombras que aun pueblan la vieja mansión, al tiempo que trata de desentrañar la verdad de lo que ocurrió treinta años atrás.



Aunque en general la película nos ofrece un look visual bastante correcto, hay algunas escenas en que intuímos los limitados medios técnicos y el reducido presupuesto. 
Paralelamente, ciertas decisiones de montaje y realización evidencian que nos encontramos ante el trabajo de un principiante. Las excesivamente académicas elipsis temporales durante la investigación del sacerdote, o las secuencias diurnas pretendidamente evocadoras de los chavales en sus juegos y confidencias, acompañados por una música juguetona a lo John Williams, son dos ejemplos de una excesiva redundancia en códigos narrativos hace tiempo superados.

Pero pasando por alto estas arritmias y esquemas quizá demasiado elementales, el guión de La casa del fin de los tiempos está lo suficientemente bien estructurado como para captar nuestro interés y nos ofrece multitud de implantaciones que además de embellecer la historia, tendrán un emotivo significado en el tramo final. Quizá se nos haga un poco lenta al principio, pero una vez metidos en vereda, la historia nos atrapa gracias a su poderosísima idea central, que ofrece una interesante y novedosa aproximación al subgénero de casas encantadas, y que por respeto al lector, debo mantener en secreto.

Secundando esta idea de base, y haciéndola brillar, están los personajes y sus subtramas dramáticas, con diálogos muy potentes que, al menos para mí, se han convertido ya en lo que IMDB llama 'memorable quotes'. Cuesta ver en el cine de terror actual, tal preocupación por dotar a sus protagonistas de rasgos verosímiles, de motivaciones, de alma, en definitiva. Las relaciones que se establecen entre ellos y las mencionadas implantaciones dramáticas, aportan ese 'algo más' que tanto exigimos los fans del género, y que últimamente sólo he encontrado en las dos entregas de Expediente Warren (The Conjuring).

Contrariamente a las escenas mencionadas, las que son genuinamente de terror sí que me resultaron bastante efectivas. Hidalgo sabe crear momentos de suspense y también nos regala algunos sustos. La película culmina en un climax en el que la trama principal y las secundarias se unen con bastante ingenio para cerrarse de manera magistral, llegando incluso a tocar la fibra sensible del espectador. Al menos a mí, me mantuvo al borde del asiento durante los últimos veinte minutos y llegó a emocionarme como lo haría un buen melodrama.

Resumiendo, La casa del fin de los tiempos nos gana por sus personajes, su idea de base y su resolución final, siempre que perdonemos ciertas soluciones apresuradas en los aspectos técnicos y discursivos.

sábado, diciembre 19, 2015

Star Wars: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015)

Y por fin llegó. La séptima película de la saga galáctica más rentable de todos los tiempos. Una epopeya comenzada hace 38 años con La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977). Una space ópera de bajo presupuesto que reinventaba y actualizaba los seriales de los 50, y el viejo rito iniciático del héroe clásico, surgida como respuesta a los pesimistas thrillers policíacos y los melodramas catastrofistas que propició la recesión económica de aquellos años setenta.

Ya sabemos que en el cine comercial actual, poco o nada queda de aquel espíritu, en cierto modo vanguardista y rompedor del que Lucas y los otros barbudos (Spielberg, Scorsesse, Coppola) eran adalides. Aceptando que esto se hace por dinero, solo nos queda moderar nuestras espectativas, y encaminarlas únicamente a que nuestro interés no decaiga durante dos horas y algo. Así, siempre tendremos una grata sorpresa si el resultado es aceptable en términos de entretenimiento.

Pero todo eso no son más que monsergas ¿Verdad? No nos engañemos; el auténtico seguidor siempre espera la película definitiva, una piedra de toque que le haga olvidar decepciones y desengaños previos.



En cualquier caso, estábamos en las mejores manos. Pese a estar años luz de maestros del storytelling de la talla de Spielberg, y a que tampoco se caracteriza por ser un autor como Nolan o Fincher, hay que reconocer que el trabajo de reactivación que hizo J.J. Abrams con Star Trek, es admirable. Sus anteriores películas, especialmente Super 8 (que con sus fallos, marcaba el tono idóneo para este tipo de ficciones), parecían otorgarle el crédito suficiente para hacer, al menos, el mejor Star Wars que hoy en día podríamos tener, contentando tanto a nostálgicos como al público masivo. Sobre Disney, siempre me ha parecido que estar bajo su auspicio es sinónimo de calidad, buen gusto, y sobre todo, grandes prespuestos. Era pues optimista.

Tras ver El Despertar de la Fuerza se han cumplido muchas de mis espectativas, mientras que otras no tanto. En términos de entretenimiento funciona de manera brutal. Estamos en la era de los CGI, el 3D, los trajes de motion capture y los matte paintings digitales. No cabe duda de que Disney e ILM son la vanguardia de todo aquello que empezó, precisamente, con la primera entrega. Además, no tuve la sensación de saturación que suelen transmitirme otros blockbusters; En El Despertar de la Fuerza prevalece la calidad de los diseños y el concept art (no en vano, parte de este trabajo se ha heredado de los filmes clásicos) y la sensación de que el truco está al servicio de unos personajes bastante más vivos y perfilados que los de la última trilogía.

Así como debe haberlo en la Fuerza, también hay un balance entre los personajes jóvenes y las viejas glorias. Hay motivaciones, ahnelos y esperanzas en todos ellos y casi ninguno se queda en la mera caricatura. Algunos, además, encierran la promesa de un interesante desarrollo posterior en las sucesivas entregas y casi todos resultan endiabladamente carismáticos. La 'pareja' protagonista de Finn (John Boyega) y Rey (Daisy Rilley) posee el ímpetu de la juventud, Adam Driver compone con eficacia un villano clásico en Kylo Ren, y Poe Dameron (interpretado por Oscar Isaac), sencillamente me encantó y me dejó con ganas de más.

Y claro, ahí está Harrison Ford. Su presencia es una gema para los fans y el guión le regala unas frases tremendamente efectivas. En algunos momentos me pareció que actuaba con el piloto automático, recordándome a sus últimos personajes de El Juego de Ender o Cowboys y Aliens. Parece que esté en esa etapa de su vida (como Bill Murray o Bruce Willis) en la que sólo sabe interpretarse a si mismo, pero en cualquier caso, esto no es necesariamente malo, y al final sí que tuve la sensación de estar ante Han Solo, que es de lo que se trata. A Carrie Fisher la vi algo desentrenada y sin mucha garra... pero el reencuentro con su personaje fue suficiente para emocionarme, tal como se pretendía. Sobre Mark Hammil, algunos todavía dudan de que realmente aparezca en esta película y supongo que es bonito preservar esa intriga. No me pronunciaré sobre él.

No es importante, pero esperaba con bastante ilusión la aparición de Max von Sydow, un actor al que admiro profundamente, y a quien le presuponía el rol de otorgar la misma veteranía y clase que Peter Cusing, Alec Guinnes y Christopher Lee dieron a la saga en su momento. Siempre es un placer ver a estos señores dar lecciones de interpretación, y sin embargo Sydow no brilla especialmente, en un papel reducido al simple cameo.

El diálogo funciona muy bien durante todo el metraje; el texto de Larry Kasdan (guionista de El Imperio Contraataca, hace ya 32 años) vehicula de forma magistral el humor (excelente el timing de los actores en las escenas cómicas), la nostalgia (a través de guiños muy precisos) y la epicidad (cuando toca ponerse místico y hablar de la Fuerza).

Desgraciadamente, es también en el guión donde encuentro quizás el único, pero gravísimo error de El Despertar de la Fuerza. La historia, a pesar de sus potentes protagonistas y la gracia del diálogo, cabalga demasiado pegada a la que se nos contaba en el cuarto episodio. Son demasiadas similitudes como para hacer la vista gorda. No hablo de guiños u homenajes, que los hay y todos ellos son bienvenidos. Hablo de una estructura narrativa tan similar a la del primer film que es dificil no hablar del autoplagio -- SPOILER ALERT HASTA EL FINAL DEL PÁRRAFO --. Comenzamos en el desierto, siguiéndole la pista a un pequeño androide que porta una información de vital importancia para la Resistencia, otrora Alianza Rebelde (mismo mcguffin que en Una Nueva Esperanza). Y volvemos a tener una estación espacial altamente destructiva que hay que boicotear. De hecho, los últimos 20 minutos, son casi idénticos, en forma y fondo, a los del film clásico.

En definitiva, diría que estamos ante un blockbuster de calidad, con muchas posibilidades de satisfacer a los fans clásicos y a las nuevas generaciones. Se nota, y para bien, el control del equipo directivo de Disney (el mismo que ha producido tantas veces a Steven Spielberg, con Kathy Kennedy y Frank Marshall a la cabeza) y el cariño que Abrams siente por la saga. Sin embargo, quienes exijan algo más que un mero ejercicio nostálgico, quienes quieran maravillarse con nuevos mundos y aventuras, quizás noten que la historia empieza a ser un poco la de siempre y que pese al buen trabajo de todos los implicados, El Despertar de la Fuerza podría haber lucido el doble si los guionistas (junto a Kasdan están Michael Arndt y el propio Abrams) hubiesen arriesgado un poco más.

sábado, enero 17, 2015

Absentia (Mike Flanagan, 2011)

Trás una dilatada experiencia dirigiendo televisión, Mike Flanagan da el salto al largometraje con esta cinta de terror lovecraftiano low cost, subvencionada mediante crowfounding y galardonada con varios premios en festivales.

El marido de Tricia, Daniel, se encuentra desaparecido desde hace siete años, por lo que las autoridades deciden darle por fallecido. La hermana menor de Tricia, Callie, decide irse a vivir con ella mientras ésta trata de seguir adelante. La fuerte unión de ambas hermanas comienza a resquebrajarse cuando, cada una a su modo, empiezan a experimentar sucesos paranormales vinculados a la desaparición de Daniel.


Aun bajo el manto de la mitología de Lovecraft, Absentia opta por un enfoque intimista centrado en los personajes, logrando una fuerte identificación primaria. Se vale para ello de un buen uso del diálogo y unas interpretaciones entre correctas y muy buenas, especialmente Courtney Bell, como Tricia (que interpretó su personaje estando realmente embarazada de 7 meses) y Dave Levine, en el papel del detective Mallory.

Esta atmósfera sugestiva, remarcada por un montaje pausado y una música monocorde, es frecuentemente rota de manera abrupta con apariciones veladas de monstruos insectoides, y efectos físicos de casquería. Como en las novelas de Lovecraft, Flanagan opta por no mostrar los horrores de forma directa, sino permanentemente ocultos y entre sombras. Si bien al principio hay dos o tres golpes de efecto, hacia el ecuador del filme, el director busca que asumamos las apariciones como algo cotidiano, prescindiendo cada vez más de la anticipación y volumen alto, para contraatacar en el acto final con tanto artificio como le permite su reducido presupuesto. En cualquier caso, siento decir que no me asusté siempre que Flanagan hubiera querido. Quizá el montaje de esos sustos iniciales requería un cierto algo más, o quizá soy perro viejo y he visto demasiadas películas de terror. 
Sí, el bajo presupuesto se hace palpable, pero no para mal; la puesta es escena es austera, la iluminación academicista, y los efectos visuales escasos. Con todo, no hay errores graves y se nota que tras las cámaras hay gente que conoce bien el cine y su lenguaje, llevándonos desde el auténtico horror film norteamericano hacia el cortometraje intimista basamentado en los actores y el guión. Solo alguna escena demasiado explicativa (y mil veces vista en otras películas), demasiado 'cinematográfica', si se quiere, me sacó por un momento del tono que hasta entonces tenía el film (cuando Callie expone su investigación a Tricia).

En defintiva, Mike Flanagan ha logrado una cinta inquietante por momentos y formalmente correcta. Quizá algunos puedan quejarse de alguna leve caída de interés, un tempo excesivamente lento o de ser una película confusa y poco reveladora, pero en mi opinión, el film tiene el ritmo y el tono adecuados y profundiza hasta dónde es necesario, dejando a nuestra imaginación la mitad de la tarea. Como fuere, Flanagan demuestra un cierto savoir faire, se muestra respetuoso con el legado de H. P. Lovecraft y consiguió tenerme interesado.

lunes, noviembre 10, 2014

El hombre de las mil caras (1957)

Joseph Pevney, uno de esos directores 'todoterreno', especializado en westerns y dramas románticos, dirigió en 1957 Man of a thousand faces, un biopic sobre la vida de Lon Chaney Senior, actor camaleónico y artista del maquillaje, que se especializó en interpretar personajes marginados y atormentados en aquellos primeros años de los estudios hollywoodienses.




Rodada en CinemaScope, con Jimmy Cagney de protagonista y con una duración cercana a las dos horas, El hombre de las mil caras nació con la vocación de ser una película grande. Con vistas quizás a una posible nominación a los Oscars, se quiere potenciar el talento de Cagney y su habilidad para la transformación, como si se tratara del auténtico Lon Chaney. Además (en esto no han cambiado mucho el género del biopic), la película es un lavado de cara y una glorificación hacia la figura de Chaney, auspiciada por los Estudios Universal, de quien el actor fue una de las mayores glorias. De este modo, se obvian los aspectos más oscuros y se juega en el terreno de lo seguro y lo comercial.


El principal problema es que Chaney le viene grande a cualquiera, incluso a James Cagney. A pesar de su innegable talento y de las ganas que le pone al personaje, el protagonista de Enemigo Público no da la talla como mimo o bailarín, ni tampoco como Jorobado de Notre Dame o Fantasma de la Ópera en los pequeños tributos que el film rinde a estos clásicos. Quizá hubiera sido más inteligente no recrear de forma tan plástica y detallada estas películas, pues el original sigue superando a la copia, dejando ésta la visceralidad de aquel cine mudo en una mera pantomima. Tampoco el maquillaje de estos monstruos (tan importante en la trama) iguala las creaciones originales de Chaney.





El tono del guión se ha dulcificado en exceso, y muestra al protagonista como un tipo simpático, víctima de las circunstancias, a cuyo alrededor solo hay personajes trazados con brocha gorda, que se confabulan para ponerle a prueba (en este aspecto, su esposa Cleva, interpretada por Dorothy Malone es el personaje que sale peor parado). Tampoco están muy finas las elpisis temporales, ni en su función ni en su tratamiento visual. Curiosamente la única nominación que recibió la película fue al guión original.



En resumen, hay algo que no ecaja en Man of a thousand faces. Una película de 1957 rodada en Cinemascope, pero a la vez en blanco y negro. Un gran actor interpretando a otro demasiado cercano en el tiempo. Una pátina de dulzura y corrección política que es la antítesis del duro retrato de Hollywood que Wilder hizo en Sunset Boulevard. Para hablar del cine dentro del cine hay que ser despiadado y revelador, y Man of a thousand faces no lo es más que las recientísimas Hitchcock de Sacha Gervasi o el Saving Mr. Banks de John Lee Hancock.

sábado, noviembre 08, 2014

Interstellar (Christopher Nolan, 2014)

Ya se mascaba en los mentideros de la blogosfera, que esta Interstellar iba a ser la película más ambiciosa de Christopher Nolan. En efecto es un film majestuoso, dónde su abultado presupuesto (164 millones de dólares) camina parejo tanto a su despliegue visual como a su dilatada duración (170 minutos).

A lo largo de estas casi tres horas, se nos cuenta cómo a casua del cambio climático y los atentados del hombre contra la naturaleza, la agricultura se ha visto severamente afectada. Tan solo el maíz puede aún cultivarse. Un grupo de exploradores liderados por el piloto Cooper (Matthew McConaughey) pondrán rumbo a un agujero de gusano cerca de Saturno en busca de un planeta habitable donde preservar la especie humana.


Dicho así, pareciera que hablamos de una artificiosa y multicolorida película sesentera, con héroes galácticos de ojos azules y humanoides de rostros abultados. Sin embargo, quien firma la cinta es Nolan, y eso implica una voluntad constante de racionalizar su premisa narrativa. Estamos ante un film que quiere ser serio, convincente y en cierto modo 'definitivo'. Nolan, legitimado por sus seguidores, pretende marcar con Interstellar el camino que debería seguir la ciencia ficción en el siglo XIX, como ya hizo con el cine superhéroes, reduciendo al mínimo el componente fantástico de Batman y Superman.

Pero si por un lado el realizador (que ha escrito el guión junto a su hermano Jonathan Nolan), en aras de una mayor seriedad, cita a Einstein y a Hawking como si nada, también se permite oscurecer el discurso narrativo con tecnicismos de ingeniría industrial inventados para la ocasión (en esto me recordó un poco a aquel Star Trek de los años noventa, que por otro lado es la antítesis del cine de Nolan).




Mucho más evidentes y manifiestas son las referencias a la ciencia ficción culta de 2001 Una odisea en el espacio, Alien, El planeta de los simios, o la novela de Stephen King Apocalipsis, por poner solo unos pocos ejemplos. En su afán de rigurosidad, el realizador no duda en incluir a la mismísima Nasa como impulsora del proyecto o aludir visualmente a la carrera espacial del presidente Kennedy; el interior de la nave es funcional y austero al estilo de los módulos lunares; y las imágenes del despegue y la puesta en órbita del cohete son una recreación de aquellas filmaciones históricas de las misiones Apolo. De hecho, no se nos muestra la nave en su totalidad hasta bastante después del despegue, limitándonos hasta entonces a cámaras fijas adosadas al casco.

Además de varias escenas de gran impacto e impresionantes landscapes espaciales, otro gran atractivo del film es un reparto de estrellas de primer nivel. McConaughey hace valer su Óscar por Dallas Buyers Club, y nos regala momentos de gran emotividad; Michael Caine demuestra sus tablas y carisma mientras que Matt Damon, John Lithgow y Anne Hattaway cumplen con eficacia.


Uno de mis principales temores era que Interstellar  fuera una película en la que su director nos mostrara que está encantado de conocerse. En efecto, algunas escenas pecan de autocomplacientes (atentos al speech de Anne Hattaway hacia el ecuador del filme), pero también es verdad que el suspense y la anticipación de los primeros 40 minutos funcionan de forma magistral. El desarrollo está salpicado de interesantes e inesperados giros argumentales, y no pocas escenas de acción. Eso sí, llega un punto en que el film se dilata en exceso, y bien podría prescindir de 30 o 40 minutos de metraje, sobre todo en la escena en que McConaughey y Damon se enfrentan, o durante el final 'marca de la casa', que no obstante agradará a los fans de Memento o Inception.

En definitiva, hay que decir que Nolan se da bastante maña en el discurso para hacerlo verosimil, y al margen de ciertas elucubraciones filosóficas y su incesante y manifiesto afán de sentar cátedra en cada género que toca, la película es bastante disfrutable.



miércoles, septiembre 17, 2014

La casa del diablo (Ti West, 2009)

Hasta ahora, el cine de Ti West no acababa de convencerme. Su The Inkeepers, aun contando con algunos buenos momentos, me dejó algo insatisfecho. Asimismo, suyo es el fragmento Second Hooneymoon, el más flojo del filme V/H/S, aquel found footage compuesto por cuatro historias rodadas por distintos realizadores.



En el presente film nos cuenta la historia de Samantha (Jocelyn Donahue), una joven contratada por los Ulman (Tom Noonan y Mary Woronov), una excéntrica pareja que vive en mitad del bosque, para cuidar de la madre de él, mientras acuden a alguna celebración. Al poco de quedarse sola, aislada en mitad del bosque y sin posibilidad de escapar (fue una amiga quien la acercó en coche a la casa), Samantha tendrá que luchar por su propia vida contra una malignidad provinente del mismo infierno.

En The House of the Devil, Ti West nos propone un ejercicio metalingüístico ingeniosamente basamentado en el cine de terror de los años 70's/80's.  La película representa cada detalle escénico de aquella era nostálgica con una precisión abrumadora, haciéndonos dudar sobre sí realmente se ha rodado en el año 2009, y cerrándonos la boca a quienes defendíamos que Super 8 es la mejor recreación actual de aquellos años. No sólo la dirección de arte, el departamento de peluquería o el vestuario contribuyen a causar esta sensación; Ti West se ha servido además de viejos equipos de rodaje, y una cámara de 16 mm. para lograr la textura fílmica precisa de aquellas series B tan entrañables.
 

El director y guionista tampoco oculta sus influencias en el aspecto discursivo. El film acumula refererencias a prácticamente todos los títulos emblemáticos del género. Algunas de ellas manifiestas (como cuando Samantha ve por televisión La noche de los muertos vivientes); otras muy sutiles y fugaces; y algunas deben ser incluso inconscientes. Como fuere, en The House of the Devil está El Resplandor, Pesadilla en Elm Street, La Matanza de Texas, Al final de la escalera y hasta la saga de Psicosis; ya sea en forma de homenajes puntuales, el montaje, la planificación, la iluminación o incluso en la banda sonora, donde se permite guiños más que evidentes al cine de John Carpenter.

Tom Noonan, en el papel de Mr. Ulman sigue imponiendo lo suyo, y resulta de lo más convincente aun 20 años después de aquel inolvidable 'destripador' de El Último Gran Héroe. Sin duda su mesurada e inquietante interpretación es uno de los platos más apetecibles del film. Jocelyn Donahue cumple su cometido con eficacia, al igual que el resto del reparto (atentos al cameo de Dee Wallace-Stone, la mamá de Elliot en E.T. El Extraterrestre).


No obstante, aun a falta de ver alguna más de sus películas, empiezo a notar cual es siempre su debilidad; una historia que, en aras de la sorpresa y la espectacularidad, termina resultando artificiosa y algo inverosímil. Por ejemplo (¡Spoiler alert!), a los acechadores de Samantha les viene muy bien que la chica no tenga coche propio con el que escapar; y tampoco había una seguridad de que fuera a pedir pizza para la cena. Todo el plan para capturarla es demasiado complicado y falible; si necesitas someter a una jovencita indefensa, hay formas más sencillas.



Salvando ese aspecto concerniente a la narrativa, y a pesar de un segundo acto algo dilatado, el film logra generar una tensión in crescendo, salpicada de algunos sustos genuinos y un morboso deleite gore que no llega a repugnar.
The House of the Devil es, por su cuidada propuesta visual, un auténtico regalo para los devotos del género, y aun plagada de lugares comunes y algún deux ex machina puntual, logra articular una trama entretenida, alcanzando de hecho una culminación de cierto impacto seguida de un sorpresivo giro final. No aburre.

sábado, julio 19, 2014

El amanecer del planeta de los simios (2014)

Matt Reeves, director del aclamado remake americano de Déjame Entrar (2010) y la entretenidísima Monstruoso (2008), fue el seleccionado para dirigir la segunda parte del reboot de El Planeta de los Simios. Un reinicio que, afortunadamente, nos está haciendo olvidar poco a poco el bochornoso intento de Tim Burton de reactivar la franquicia en 2001.

Un grupo de simios evolucionados genéticamente, capitaneados por César, se convierte en la raza dominante del planeta Tierra. Su única amenaza de crecimiento es un grupo de humanos que han sobrevivido a un virus devastador desatado en la década anterior. Ambas especies han conseguido obtener una tregua de paz.



El éxito y la buena acogida de la primera parte, cuyo final dejaba a las claras su intención de convertirse en una saga, hacía que las espectativas en torno a su secuela fueran muy altas. Puedo decir, y seguro que no soy el único, que El Amanecer del Planeta de los Simios las ha cumplido sobradamente.

Tras un prólogo en el que nos resumen la entrega anterior, da comienzo el filme con una magnífica secuencia de apertura, que muestra a los simios cazando, así como su apacible existencia en en la zona boscosa de San Francisco. Con la inevitable aparición del ser humano se produce un leve decaimiento del interés; y es que tras el majestuoso inicio, pareciera que las miserias humanas (su supervivencia en comunidades reducidas, su puesta a punto de arsenales bélicos, sus motivaciones y conflictos) no tuvieran nada que aportarnos. Por momentos deseé una trama en la que el ser humano se hubiera extinguido por completo (o su importanica fuera mínima), para conocer mejor a César, a Koba y a Maurice.



A pesar de ciertos tópicos en este primer acto, algún personaje prescindible y unos diálogos algo manidos, la película se reactiva en el segundo acto, sorprendiendo y emocionando con una rítmicamente intachable historia sobre la amistad, la familia, el amor y la traición. Es de reseñar el trabajo de los guionistas Mark Bomback, Rick Jaffa y Amanda Silver. Porque siempre es agradable, a la par que asombroso, encontrar buena narrativa en un blockbuster de verano. Aventuro que han sido manos distintas las que han redactado el primer y segundo acto, en caso contrario no se explica que haya momentos tan inspirados conviviendo con diálogos tan tontos y personajes tan imbéciles como el tal Carver (Kirk Acevedo) o faltos de carisma como Malcom (Jason Clark) y Dreyfuss (Gary Oldman).



Hay que destacar también el buen trabajo de Michael Giacchino en la BSO, y el de los técnicos de FX, que además de ofrecernos imágenes de gran belleza e impacto, funcionan aquí como una prolongación natural de los actores de mocap, Toby Kebell (Koba) y el veterano en estas lides, Andy Serkis (César). La sinergia de ambas disciplinas es poco menos que perfecta; César por si mismo (y Koba en menor grado), con su mirada, su porte y sus frases lapidarias compensa la brocha gorda con la que se han trazado los personajes humanos, hasta el punto que inlcuso un grandísimo actor como Gary Oldman, queda eclipsado por sus antagonistas homínidos (los malditos monos, como los llamaba Charlton Heston).

El desenlace, como no podía ser menos, es pura adrenalina y efectos especiales, pero durante toda la película prevalece ese cariz emocional que nos mantiene atentos e interesados. En definitiva, considero que estamos ante un blockbuster de calidad, con empaque visual, buenos diálogos (exceptuando algunos en el primer acto) y un montaje excelente que hasta nos deja ciertas enseñanzas morales sin caer en topicazos ni resultar aleccionadora en exceso.