lunes, agosto 26, 2013

Halloween. La Maldición de Michael Myers (Joe Chapelle, 1995)

Aquí estamos de nuevo con el ciclo Halloween, analizando la sexta parte de la saga: Halloween; La maldición de Michael Myers. Algunos de mis lectores me han recomendado abandonar de una vez la casposidad de las últimas aventuras del sanguinario asesino de la máscara blanca, para priorizar otro tipo de películas más actuales, que situarían a este humilde bloguero en la primera línea de las búsqueadas de Google. Y no les falta razón, pues poca o ninguna chicha puede sacarse a estas alturas a la franquicia. Sin embargo, es menester terminar lo que uno empieza, y aparte de que la experiencia esta siendo enormemente divertida, si algo aprendí en la Universidad, es que todo es susceptible y digno de análisis.


En 1995, el director Joe Chappelle - reubicado en la industria televisiva como productor/director de los sonados éxitos de The Wire y CSI - trata de cerrar la historia que seis años antes se había quedado en un punto álgido, con Jamie Lloyd secuestrada por un misterioso hombre de negro, que también había liberado a Michael convirtiendo la comisaría donde le recluían en un auténtico matadero. Con excepción del incansable Donald Pleasence, el reparto es completamente nuevo y sitúa a los personajes 10 años después de los acontecimientos narrados en Halloween 5. Ahora, descubrimos que Michael y Jamie permanecen ocultos en el sótano del sanatorio mental Smith's Groove, protegidos por una secta satánica celta, que apoya y sustenta el legado de Michael Myers. Cuando Jamie trata de huir con su hijo recien nacido, es brutalmente asesinada por su tío poco después de ocultar a su bebé, que es recogido por Tommy Doyle (Paul Rudd), el niño que sobrevivió al primer ataque de Michael y protegido en Haddonfield por Kara Strode (hermanastra de Laurie), y el propio doctor Loomis.



La premisa de la secta ocultista era ciertamente novedosa y prometedora, y tiene cierto desarrollo hacia el ecuador de la película. Pero aunque se intente dar una justificación a los asesinatos de Michael y una explicación a su inmortalidad, todo ello está cogido con alfileres y se hace confuso y poco creíble, debido en gran medida a los recortes que sufrió la película en la edición (circula por ahí un Producer's Cut). Desprovista de una base sólida, Halloween 6 es otro slasher más que no aporta ninguna virtud sobre sus antecesoras, repite los mismos fallos e incluso prescinde de lo más valioso que tenían Halloween 4 y 5; la niña Danielle Harris, que fue sustituída por una tal J.C. Brandy en su papel de Jamie. El resto del reparto no es para tirar cohetes; y tan solo es interesante, como mera curiosidad, la presencia de Paul Rudd, que unos años después conocería el éxito en la serie Friends, interpretando al marido de Phoebe. Donald Pleasence mejora sustancialmente con respecto a su trabajo en la quinta parte, ofeciendo una épica y veteranía al personaje de Loomis que supondría un digno final para el personaje.




El actor falleció unos meses después de finalizar la película y con su muerte se cerraba el arco argumental en torno a Jamie Lloyd, constituído por las partes 4, 5 y 6. Hablando claro, las tres me han parecido malísimas, pero reconozco a la cuarta y a su productor Mustapha Akkad - el miembro más veterano del equipo, presente en todas las películas de la saga -, la valentía de intentar actualizar los personajes creados por John Carpenter. En cualquier caso, esta segunda trilogía es muy apreciada por los fans, que la elevan a la categoría de cine de culto, como demuestran las contínuas apariciones de Danielle Harris en diversos filmes de terror posteriores, así como su presencia en muchísimas convenciones dedicadas a Halloween o al fantástico en general.

Tres años mas tarde la saga iniciaría su tercer reboot comercial con la vuelta de Jamie Lee Curtis en las películas Halloween H20 (Steve Miner, 1998) y Halloween Resurrección (Rick Rosenthal, 2002).

martes, agosto 20, 2013

Silencio desde el mal (James Wan, 2007)

Tras el éxito de Saw (2004), James Wan dirigió Silencio desde el mal, o Dead Silence (2007), una historia de fantasmas contemporánea pero con un aire clásico que ya apuntaba por donde iban a tirar trabajos posteriores como Insidious (2010) o la reciente The Conjuring (2013).



Encontramos en Dead Silence algunos de los elementos iconográficos que pasarán con el tiempo a ser "su sello". Esto es, un fetichismo obsesivo hacia los muñecos, una estética manierista algo deudora de la Hammer, y una insistencia en montaje de impacto propio de las películas de terror, que a diferencia de en Insidious, aquí no ofrecen ese "algo más" quedándose en la mera repetición de la vieja fórmula.


De todas sus películas, esta es la que me ha parecido más floja, impostada y facilona. Una historia de fantasmas que de tan clasicista resulta antinatural y recargada. Pareciera que Wan hubiera redactado una lista con sus imágenes terroríficas favoritas y las hubiera metido a propósito en el guión. Tenemos un muñeco diabólico, un cartel ajado de "Bienvenido a Ravens Fair, un bello lugar para vivir" (como en Pesadilla en Elm Street o Silent Hill), la mecedora moviéndose sola (como en the Legend of Hell House), un ominoso teatro en ruinas (como en Angustia, de Bigas Luna y algún relato de Clive Barker) y un riachuelo que alude directamente al siniestro lago Aqueronte, de la mitología griega, por no hablar de unos créditos iniciales inspirados en el trabajo de Kyle Cooper para Seven (David Fincher, 1995). Aunque Wan cuida los detalles, al final, el resultado plástico de estas imágenes me resulta excesivamente artificioso y por debajo de otras obras anteriores muy similares.


Con la historia me ocurre más o menos lo mismo que con la fotografía. El guión aspira a ser el cuento gótico de fantasmas definitivo, pero no consigue ser más que un batiburrillo de historias de campamento contadas a la luz de una linterna. Por ello, el desarrollo de la historia no suscita el interés suficiente y las distintas partes del enigma tardan en interconectarse impacientando así al espectador. Al menos a este espectador, que ya en la primera hora estaba diciendo... "contadme lo que sea, pero contádmelo ya".

Entre sus aciertos, he de decir que algunos sustos estaban bien conseguidos (a la manera clásica) y que el climax final me pareció bastante original, aunque me fallen todos los giros que me han llevado hasta allí.

No está mal para un sábado por la tarde, pero sin duda podría estar mejor. Podría tener la cómica desvergüenza de Insidious, la belleza plástica de The Conjuring y la mala hostia de Saw, pero bueno... todos tenemos un hijo coñazo. Quizá Dead Silence sea el de James Wan.

lunes, agosto 19, 2013

Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013)

Este esperadísimo estreno mundial, de la mano del maestro del fantástico Guillermo del Toro, ha costado 180 millones de dólares. No va camino de recuperarlos, la película ha sufrido un batacazo el primer fin de semana donde tan solo logró recaudar 37. Como fuera y a pesar de las voces críticas y la taquilla, fui al cine con la mente libre de prejuicios dispuesto a pasar un buen rato. Pacific Rim quiere ser una reactivación del género kaiju japonés, es decir, ese cine de bestias gigantes (extraterrestres o no) que asolan el planeta Tierra poniendo en jaque toda nuestra industria armamentística y militar.



Aunque siempre he concebido el cine en términos de espectáculo, y he esgrimido a capa y espada la máxima de complacer a la audiencia, de dar al público lo que quiere, llega un momento en que uno reclama del cine en general, y del blockbuster palomitero en particular, algo más que dos horas de montaje acelerado e impactantes efectos especiales. La cantinela de "cumple su función, que es entretener" empieza a parecerme ya un argumento demasiado frágil e indulgente, para según qué películas y también para según qué directores, de quiénes se espera que aporten ese algo más al que nos tiene acostumbrados.

Cuando entré en Pacific Rim sabía más o menos lo que me iba a encontrar, y no diré que he tirado el dinero, pero sí que esperaba que el sello personal de Guillermo del Toro, quien ha demostrado en el pasado ser un devoto amante del género que se trae entre manos, se extendiera más allá de contar con Ron Perlman y Santiago Segura. Esperaba su profundo respeto por los clásicos, una mirada cercana y un mórbido humor negro más allá del ramblón y manido chascarrillo norteamericano.



El guión co-escrito por el propio director junto a Travis Beacham nos resume, en un acelerado prólogo, varios años de encarnizada batalla contra los kaijus, para empezar la narración justo donde la lucha se tuerce para el género humano. No han pasado ni cinco minutos, y ya hemos visto varios kaijus de cuerpo entero, echando a perder el suspense que sí tienen películas como Parque Jurásico (1993), Tiburón (1979), Monstruoso (2008), Super 8 (2011), o las sagas de Godzilla (a las que Pacific Rim rinde tributo).

La historia avanza con la precisión de un reloj, haciendo sonar la alarma en cada minuto clave. Pareciera el guión de un prometedor estudiante de cine, que aunque perfecto en su estructura, redunda en un tópico tras otro hasta el punto que no es dificil anticiparse a las pobres líneas de diálogo de sus personajes, o a sus actos. El honor, el valor, el sacrificio, la lealtad y todos esos valores tan del gusto de los americanos, son reflejados de forma arquetípica en personajes igualmente planos, produciéndonos una cierta sensación de dejá vu. Por momentos pareciera que estamos ante una película de Roland Emmerich, no sólo en cuanto a los tópicos, sino también en el aspecto visual, pues su fotografía nos recuerda a esas estampas coloristas del cine de acción noventero.


Muchos alzarían aquí la voz diciéndome que la película "es lo que es", que entretiene, y que si acaso me esperaba encontrar un tratado filósofico o un ensayo sobre la vida y la muerte. Claramente les contestaría que no, en absoluto. Pero que tratándose de Del Toro esperaba, o bien un claro posicionamiento a favor de la parodia y el homenaje (es un reconocido admirador de estos géneros), o bien una historia épica que lograra conmovernos mínimamente, pero no el tono errático de Pacific Rim, que no tiene claro si pertenece a uno u otro género. Y es que las escenas de humor y los personajes cómicos no me reconcilian con el director, sino que me resultan artificiales en un film que va de épico.

En otro orden de cosas ¿De dónde vienen realmente los kaijus? Eché de menos algo más de identidad en el enemigo, que se si bien se apunta, no llega a germinar. Estos detalles hubieran dotado al guión de cierta consistencia.

Me entretuvo, sí. Pero definitivamente esto no es siempre suficiente. Ninguno de los personajes, pese a sus dramas personales, logró conectar conmigo en un plano emocional, y en este sentido hasta Man of Steel (que peca de los mismos excesos) sale victoriosa frente al film que nos ocupa. Le deseo todo lo mejor a Guillermo del Toro, pero en este caso, y si me concedieran ser árbitro de un mega-torneo galáctico, los Jaegers de combate de Pacific Rim no han podido resistir el envite del hombre de acero, ni los torpedos fotónicos del Enterprise.

martes, agosto 13, 2013

Halloween 5, La venganza de Michael Myers (Dominique Othenin-Girard, 1989)

Seguimos con la saga de Halloween. Confesaré que algo cansado, pues la calidad de estos filmes disminuye de forma preocupante con cada película. Digamos que me he propuesto completar el ciclo, siendo como soy fan incondicional del hombre del saco de Haddonfield, y sin ningún tipo de motivación más allá de la simple curiosidad. Comenzamos.


A pesar del final mostrado en Halloween 4: El retorno de Michael Myers, el personaje no ha sido abatido por las fuerzas del orden, sino que continúa vivo. Durante un año ha sido cuidado por un vagabundo, pero en la víspera de Halloween mata a su benefactor y retorna al pueblo de Haddonfield en busca de venganza. Jamie (Danielle Harris), en tratamiento psiquiátrico, y visitada frecuentemente por el Dr. Loomis (Donald Pleasence) poco imagina que su malvado tío la busca para completar el trabajo que inició años antes matando a todos sus parientes.

La quinta parte hereda los defectos de la cuarta y añade alguno más; los personajes son aún más caricaturescos y los acontecimientos predecibles y tópicos a más no poder. No faltan clásicos como la fiesta adolescente que acaba en masacre, la pareja asesinada en plena escena de sexo, y unos crímienes que aunque con sobradas dosis de sangre y visceras, están rodados sin imaginación y sin nervio. Todo ello se sucede en un guión aburrido que no genera empatía alguna con ningún personaje aparte de Jamie.

El gran Donald Pleasence está, una vez más, desaprovechado, e interpreta como puede a un Dr. Loomis reducido a la mera fachada y condenado a recitar diálogos tan vacíos como el alma de su enemigo. El actor está más perdido que nunca, y ni siquiera su enfrentamiento verbal con Michael resulta creíble ni tan intenso como se pretende.


Eso sí, la joven Danielle Harris vuelve a bordar su papel de Jamie; y la expresión de su rostro es lo único que logra hacernos sentir terror en un panorama tan deprimente para el género y para la saga. Es una de sus escenas la única que apunta destellos de genialidad (cuando Jamie, postrada en un ataúd infantil, logra conmover al asesino), pero incluso en esta ocasión, todo se queda en el intento, debido al pobre contexto en que se ubica la secuencia. Y es que, detalles como ese ataúd (y otros muchos), se adivinan metidos a la fuerza en el guión, solo para añadir elementos terroríficos aleatorios sin mucho orden ni criterio ¿Qué ritual mueve a Michael a robarlo del cementerio? ¿A que responden las velas encendidas por toda la estancia? Terror de postal, dirían algunos.


Como no podía ser de otra forma, el filme termina dejando la puerta abierta a una posible continuación, pero lo hace una manera tan ramblona e improvisada como todo lo visto hasta ahora. Resumiendo, Halloween 5 es el perfecto ejemplo de cómo arruinar dos premisas que, narradas de otra forma, podrían haber dado mucho juego. Esto es, la conexión telepática de Jamie con Myers y la existencia de una sociedad ocultista interesada en perpetuar su legado de sangre. Sólo aconsejable para los que, como yo, quieran completar el ciclo por mera curiosidad.