martes, agosto 20, 2013

Silencio desde el mal (James Wan, 2007)

Tras el éxito de Saw (2004), James Wan dirigió Silencio desde el mal, o Dead Silence (2007), una historia de fantasmas contemporánea pero con un aire clásico que ya apuntaba por donde iban a tirar trabajos posteriores como Insidious (2010) o la reciente The Conjuring (2013).



Encontramos en Dead Silence algunos de los elementos iconográficos que pasarán con el tiempo a ser "su sello". Esto es, un fetichismo obsesivo hacia los muñecos, una estética manierista algo deudora de la Hammer, y una insistencia en montaje de impacto propio de las películas de terror, que a diferencia de en Insidious, aquí no ofrecen ese "algo más" quedándose en la mera repetición de la vieja fórmula.


De todas sus películas, esta es la que me ha parecido más floja, impostada y facilona. Una historia de fantasmas que de tan clasicista resulta antinatural y recargada. Pareciera que Wan hubiera redactado una lista con sus imágenes terroríficas favoritas y las hubiera metido a propósito en el guión. Tenemos un muñeco diabólico, un cartel ajado de "Bienvenido a Ravens Fair, un bello lugar para vivir" (como en Pesadilla en Elm Street o Silent Hill), la mecedora moviéndose sola (como en the Legend of Hell House), un ominoso teatro en ruinas (como en Angustia, de Bigas Luna y algún relato de Clive Barker) y un riachuelo que alude directamente al siniestro lago Aqueronte, de la mitología griega, por no hablar de unos créditos iniciales inspirados en el trabajo de Kyle Cooper para Seven (David Fincher, 1995). Aunque Wan cuida los detalles, al final, el resultado plástico de estas imágenes me resulta excesivamente artificioso y por debajo de otras obras anteriores muy similares.


Con la historia me ocurre más o menos lo mismo que con la fotografía. El guión aspira a ser el cuento gótico de fantasmas definitivo, pero no consigue ser más que un batiburrillo de historias de campamento contadas a la luz de una linterna. Por ello, el desarrollo de la historia no suscita el interés suficiente y las distintas partes del enigma tardan en interconectarse impacientando así al espectador. Al menos a este espectador, que ya en la primera hora estaba diciendo... "contadme lo que sea, pero contádmelo ya".

Entre sus aciertos, he de decir que algunos sustos estaban bien conseguidos (a la manera clásica) y que el climax final me pareció bastante original, aunque me fallen todos los giros que me han llevado hasta allí.

No está mal para un sábado por la tarde, pero sin duda podría estar mejor. Podría tener la cómica desvergüenza de Insidious, la belleza plástica de The Conjuring y la mala hostia de Saw, pero bueno... todos tenemos un hijo coñazo. Quizá Dead Silence sea el de James Wan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He visto las 4 películas y podría decir que estoy de acuerdo contigo...siempre hay un hijo que te sale más flojo, más zángano, un coñazo de niño, vamos!!