martes, mayo 27, 2014

La Novia del Diablo (Terence Fisher, 1968)

No tengo por costumbre abordar los ídolos totémicos de la Historia del Cine en Copia Zero. De forma más o menos consciente, me he ido centrando en los últimos años en películas actuales, o clásicos menores que considero merecen una revindicación; siendo prudente con las joyas del fantástico de Hammer Films, con los Universal Monsters, o con gente "blindada" como Hitchcock o Wilder. Esto no es en ningún modo por temor a una plebe de enfervorecidos devotos que cuestionen mis opiniones; no tanto por respeto o por temor a errar, sino más bien porque considero que todo (o casi todo) está dicho sobre los grandes estudios y directores. Sin embargo, he quedado tan complacido con La novia del diablo (conocida en inglés tanto por The Devil's Bride como por The Devil Rides Out), que dirigió Terence Fisher para Hammer Films en 1968, que no me puedo resistir a dedicarle una entrada.

Cuando Simon no acude a la reunión anual con sus amigos, el Duque de Richleau (Christopher Lee) y Rex Van Ryn (Leon Greene) comienzan a preocuparse. Pronto descubren que ha ingresado en una secta satánica, cuyo líder es el Duque Mocata (Charles Gray). Dados sus conocimientos en las artes oscuras, Richleau está dispuesto a desmontar la congregación y doblegar a Mocata, para salvar a su amigo Simon. La película está basada en una novela de Dennis Wheatley.


Para empezar, es un gustazo contemplar a un Christopher Lee con la cara limpia, sin maquillaje de efectos, e interpretando con aplomo y convicción a un héroe maduro, un enviado de Dios que se sitúa en las antípodas de su siniestro Drácula. Por otro, su antagonista es el grandísimo Charles Gray (un habitual en las películas de 007 y muy recordado por su papel de narrador en The Rocky Horror Picture Show).




En el aspecto visual, nos encontramos todas las excelencias de la Hammer, suntuosos decorados góticos, y un equilibro cromático muy agradable y sugestivo. Se perdona tanto esos leves fallos de raccord de iluminación (parece que los ingleses no dominan tan bien la "noche americana") como los muy criticados efectos visuales, que a mi me parecieron un mal menor.


Dicho esto, he de decir que en sus primeros minutos (y tras unos preciosos títulos de credito), la película me estaba resultando algo lenta y muy aparatosa en lo discursivo; un ir y venir errático de sus protagonistas a una u otra localización, un montaje fragmentado en exceso y un innecesario subrayado discursivo en la música. Y aunque me gane el desprecio de los más devotos, he de decir que la escena de la bacanal en el bosque me pareció casta en exceso y algo ridícula por momentos, tanto por la actitud y la falta de profesionalidad de los extras, como por la forma en que dicha escena es resuelta, y es que no debe ser tan fácil sortear a tantísimos adoradores de Satán. Sin cambiar una sola coma del guión de Matheson, esa escena pudo rodarse de forma mucho más convincente.




Sin embargo, el giro que da el filme hacia su ecuador es espectacular. Fue entonces cuando mis reservas fueron del todo anuladas, en primer lugar debido al magnetismo (no solo hipnótico) de Charles Gray en el papel del brujo Mocata cuando irrumpe en la Mansión Eaton (antes no había descargado toda su artillería interpretativa), pero sobre todo gracias al excelente trabajo conjunto de Richard Matheson (guionista del filme) y Christopher Lee en toda la parte del pentáculo. Además, en esta escena, Fisher hace uso de unos certeros movimientos de cámara, y de una planificación exquisita.




La música, que me pareció machacona en un primer momento (concretamente, cuando remarcaba el sigilo de sus los protagonistas al colarse en casa de Simon), contribuye de forma espléndida a la catarsis del tercer acto, con cuya sorpresa y giro final quedé encantado. El speech final que Matheson pone en boca de Lee ata todos los cabos con una coherencia que ya quisieran muchos horror films actuales.

El logrado climax final logró pues imponerse sobre los pequeños errores que me molestaron en la primera mitad del filme, haciendo que La Novia del Diablo se convierta, de un día para otro, en uno de mis filmes favoritos de la Hammer (no, no lo había visto antes).