La película tiene como punto de partida, la venida de un alienígena a la Tierra, en respuesta al lanzamiento de la sonda Voyager 2. El extraterrestre (Jeff Bridges), habiendo tomado la forma corpórea del difunto marido de Jenny Hayden (Karen Allen), convence a la mujer para atravesar los Estados Unidos en busca de la nave que vendrá a recogerle. Si no llegan a tiempo, la nave se marchará, y la forma humana morirá, arrastrando consigo al extraterrestre que la ocupa.
Si en mi crítica de Los Inmortales dije que su guión está reducido a la esencia del storytelling, el de Starman se mueve en las mismas lides. El texto, de tan “esencial” acaba siendo pobre, típico y previsible. Una lástima, porque la película tenía elementos para convertirse en un clásico.
Karen Allen (bastante popular por su rol de Marion Ravenwood en En Busca del Arca Perdida), con su extraña belleza fuera de los cánones de Hollywood, y su sincera interpretación, fue capaz de crear un personaje convincente y conmovedor. A pesar de ello, su rol de Jenny Hayden queda totalmente eclipsado por el enorme talento de su pareja interpretativa, Jeff Bridges.

Y es que Jeff Bridges es mucho Bridges. Incluso en una película familiar destinada al público de masas, el actor logra una actuación inspiradísima y arrebatadora. Su composición de este ingenuo extraterrestre es sobresaliente; nos hace reir y llorar a partes iguales en lo que es sin duda una propuesta de gran originalidad, que bien le valió su tercera nominación al Oscar.
Otra pieza maestra fue John Carpenter, uno de los realizadores más respetados del genero fantástico, autor de títulos tan destacados como La noche de Halloween o En la boca del miedo. No logró sin embargo imprimir sus señas de identidad en un film que, a pesar del entusiasmo de los actores protagonistas, pronto hace gala de una serie de tópicos narrativos que se me antojan muy gastados incluso para la época en que se rodó.
Claro ejemplo de ello es la naïf representación del poder opresor establecido, que pronto se interpondrá en el camino de nuestros héroes. Un ente apenas trazado, que se nos muestra como un grupo de aborregados e implacables funcionarios del gobierno. El argumento no ofrece ninguna justificación creíble para la maldad que ostentan estos tipos en los últimos minutos del film, cuando no dudan en abrir fuego sobre Jenny y el alien sin que todavía sepamos muy bien por qué.
También asiste a la cita un personaje bastante clásico; un astrónomo enrollado, ecologista y apasionado, que se avergüenza al ver cómo se manejan sus colegas de la CIA, y que en última instancia se rebelará contra ellos, en favor de nuestros héroes. A pesar de las limitaciones del personaje, Charles Martin Smith (aquel nerd que aparecía en American Grafitti, ahora ya más crecidito) consigue transmitir simpatía y esperanza, y por ende, ganarse el favor del público.
Lo más acertado de la película, quizá sea la fuerte química de la pareja y la emotividad que transmiten. Por otro lado, la ingenuidad y torpeza del alien para pasar inadvertido, da pie a un fino humor usado en su justa medida.
Aunque su desenlace abierto presagiaba la posibilidad de una segunda parte, ésta llegó únicamente en forma de serie de televisión; la chica no aparecía, y Jeff Bridges fue sustituído por Robert Hays (Aterriza como puedas).
Emocionante y divertida por momentos; el conjunto no llega a funcionar por la acusada falta de credibilidad, pero agradará al espectador que busque la simple evasión con buenas interpretaciones y cierto regusto nostálgico.