martes, junio 07, 2011

2001; Una odisea del espacio (1968)

Rara vez abordo en Copia Zero la crítica o comentario de los auténticos clásicos del cine, de los cuales considero que está todo dicho. Sin embargo, me siento en la obligación de dedicar unas líneas a la majestuosa epopeya espacial de Stanley Kubrick; 2001, Una odisea del espacio (1968).

Recientemente me leí el libro, y dominado por esa pulsión que nos lleva a devorar inmediatamente su homólogo cinematográfico, me dispuse a ver la película de Kubrick. Sirva pues este artículo como una muy sumaria y parcial comparativa de ambas obras.

La novela, una pieza clave.


No soy crítico literario. Ni siquiera he sido nunca un asiduo lector, pero, afortunadamente, cada vez cultivo más esta sana afición. Aun así, me gustaría comentar mis impresiones acerca de esta novela del escritor y astrónomo británico, Arthur C. Clarke.

Edición española de 2001
 Sin contar con apenas referentes; mi primera incursión en su obra ha resultado estimulante, pero en ningún caso tan gratificante como otras lecturas. Los abundantes pasajes descriptivos y un estilo bastante aséptico en general, han llegado a cansarme por momentos, aunque he quedado fascinado con otros aspectos de la obra, como las teorías acerca del futuro de las especies o las relativas al Destino del Hombre.
Haber visto previamente la película de Kubrick no supone inconveniente alguno para el disfrute del libro. Al contrario, el espectador frustrado que acuda a la obra literaria en busca de respuestas, acabará bastante satisfecho. Como lectores, sabremos por fin cuál es el origen del monolito y su relevancia en la Historia de la Humanidad. Sabremos qué le ocurrió realmente al astronauta David Bowman, si bien el motivo de su metamorfosis aun no deberá desvelarse hasta las siguientes entregas. Quien ya pudo inferir estas cuestiones sólo con el visionado de la película, se sentirá igualmente satisfecho al corroborar sus suposiciones leyendo la novela de C. Clarke.

El libro, publicado en el mismo año que la película, se convierte así en una pieza clave, necesaria y decisiva para comprender la mitología galáctica tan sólo esbozada por Kubrick.



Poesía visual

Pero en ningún caso debería criticarse la película por ser críptica, o intencionadamente más oscura que el libro. Pues no es 2001 una obra de ciencia-ficción al uso, sino un ejercicio de auténtica poesía visual. El texto del escritor británico (guionista también del film) sirve a Kubrick para crear unas imágenes de espectacular belleza. No contento con supervisar el trabajo de los ingenieros de efectos especiales, el propio director tomó parte activa en la elaboración de los mismos. Y esto se nota, pues el engaño funciona a la perfección; las naves y los paisajes espaciales se mantienen hermosos y deslumbrantes aun en pleno 2011, al menos para un servidor.

Todo lo que en el libro pudiera resultar excesivamente árido, cobra vida y color a través de la lente del Kubrick más perfeccionista, que, consciente de la vocación trascendental de la historia, dota a cada secuencia de una atmósfera opresiva, inquietante o sublime, según convenga, basándose no obstante en la austeridad y la economía de signos.

- ¿Qué está haciendo, Dave?

Tan sencillo como inspirador es, por ejemplo, usar piezas clásicas de Johan y Richard Strauss como acompañamiento musical; así como el empleo de los silencios o de la serena voz de Douglas Rain (el cerebro mecánico HAL 9000).

Por estos y otros detalles, la película debe disfrutarse como un buen vino, sin prisas, y paladeando cada plano sin los sobresaltos del cine-espectáculo actual. Pues 2001 es una pieza de artesanía tan única y perfecta como el monolito de la Base Lunar Clavius.

Mientras tanto, la novela constituye un referente obligado y complementa a la perfección la obra de Stanley Kubrick.

1 comentario:

José Luis B dijo...

Hola Vertov.

Gracias por tu benevolente comentario acerca de mi pequeño ensayo sobre 2001. He leído el tuyo y, francamente, creo que tenemos muchos puntos de encuentro. Como digo en mi artículo, mi interpretación es tan verosímil como cualquier otra. Si defiendo que Kubrick quiso expresar algo totalmente distinto a Clarke durante el tercer acto de la peli es porque en una ocasión tuve el placer de investigar la literatura de grandes viajes desde Homero hasta nuestros días, y poniendo algunos detalles que Kubrick omite de la obra de Clarke, en relación con toda aquella información, creo identificar que toda esta parte del film se refiere a una escena subjetiva cuyo significado es simbólico. Si no recuerdo mal, existe un libro (siento no poder darte la referencia bibliográfica) escrito por Clarke sobre las desavenencias con Kubrick durante el rodaje (sospecho que probablemente ambos rastrearemos esta referencia para aclarar dudas). Por lo demás, la novela aclara todo lo referente al monolito y al enfrentamiento del ser humano contra la máquina. Estoy, sin duda, de acuerdo contigo en que la novela complementa la película y es un referente obligado para entender la obra de kubrick, aun desde el punto de vista que yo he defendido. Enhorabuena este espacio tuyo, un buen lugar para pensar el cine. Te añado a mi lista de blogs.

Saludos!