Hace unos años creía que había visto todo lo mejor del cine de los 80. Pensaba que los ídolos totémicos de aquella época habían sido convenientemente desenterrados, etiquetados y clasificados en VHS, DVD o Blu Ray. Que todo se reducía a The Goonies, E.T., Indiana Jones, Regreso al Futuro y algunas más.
De repente, y debido entre otras cosas a la aparición de canales temáticos de cine en abierto, empiezas a descubrir nuevas joyitas que, paradójicamente, todo el mundo parece haber visto antes que tú. Tal es el caso de esta comedia adolescente con regusto de horror film, Una pandilla alucinante (The Monster Squad, 1988), de Fred Dekker (El terror llama a su puerta, 1986)
Sean, Patrick, Horace y Eugene - un grupo de críos de en torno a los 12 años - son un desastre en matemáticas, pero en lo que se refiere a monstruos son auténticos expertos. Cierto día descubren que Drácula está, de hecho, vivo y planea dominar el mundo con la ayuda del hombre lobo, la criatura de la laguna negra, la momia y el monstruo de Frankenstein. Juntos tratarán de impedir que el reinado del mal se extienda sobre la faz de la Tierra.
Esta sinopsis puede parecer una falacia, pero sorprendentemente la cosa funciona, gracias a un guión (firmado por Shane Black y el propio Dekker) tremendamente honesto que pone en escena lo que en otras circunstancias nunca llegaría más allá del patio de un colegio de primaria. Así, The Monster Squad no es más que el juego inocente de unos críos, surgido a la voz de "¿Vale que éramos una patrulla contra los monstruos, y se nos aparecía Drácula?". A mí, como espectador, no me queda otra que gritar "¡Vale!".
Y es que en torno a esta premisa, los guionistas supieron artiucular una historia sin demasiados reveses ni giros narrativos, pero con cientos de gags (físicos o dialogados) realmente efectivos y múltiples homenajes a las viejas películas de la Universal. El desenlace es una sucesión de situaciones delirantes y frases para el recuerdo, sin que el tono humorístico incida demasiado en un climax estructuralmente intachable.
Junto a esta broma que es el guión, el otro punto fuerte del film es sin duda el reparto. Desde el "viejo alemán siniestro" (Leonardo Cimino), hasta Phoebe (la pequeña Ashley Bank), tanto adultos como niños parecen entender la intención de Fred Dekker, y nos ofrecen unas interpretaciones inspiradas y divertidas, especialmente Stephen Macth (Del, policía y padre de Sean) y Stan Shaw (su compañero, el detective Sapir).
El diseño de estos engendros del mal corre a cargo del Stan
Winston Studio, siendo especialmente notable la revisión de la criatura de la laguna. Los efectos especiales son obra de Richard Edlund (quien demostró su valía en títulos como El Imperio Contraataca o En busca del arca perdida) y la fotografía de Bradford May. Todos ellos logran un aspecto visual idóneo para el film: una iluminación difusa y frontal propia de las comedias, convive con los claroscuros y colores fríos tan típicos del cine de terror, creando un todo correcto, agradable y bastante ilustrativo de la época en que se rodó, con algunas tomas especialmente cuidadas.
Por su mirada limpia, su espíritu juguetón, y su sentido tributo a los clásicos, Una pandilla alucinante debería tener un merecido lugar junto a los ídolos totémicos que mencionaba en el primer párrafo, y podría considerarse, en fondo y forma, como la quintaesencia de ese cine de los ochenta que gente como J.J. Abrams está tratando de rescatar.
2 comentarios:
Era en esta donde Dracula era Alucard? Fue un recurso muy usado, incluso en el mundo del videojuego:
http://es.wikipedia.org/wiki/Alucard
Así es. Abelardo. Aunque el nombre de Alucard apenas sale escrito en un papel. Me da que habría por ahí una escena cortada en la que el guiño fuera más evidente.
Aunque la película es un todo consistente, hay demasiados elementos únicamente apuntados, lo que me hace pensar en cinco o seis escenas cortadas.
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