Tenía ganas de ver I sell the dead, la
opera prima del técnico de efectos visuales irlandés Glen McQuaid,
una historia de vampiros con un marcado toque irish, donde
participaban mis adorados Angus Scrimm y Dominic Monaghan, a quienes
profeso una incondicional admiración por distintos motivos.
Los ladrones de tumbas Arthur Blake
(Monaghan) y Willie Grimes (Larry Fessenden) son capturados. Cinco
horas antes de que Arthur acompañe a Willie para ser ajusticiado,
cuenta su historia al párroco Francis Duffy (Ron Perlman). Pronto se
descubrirá que no son unos ladrones de tumbas corrientes, ya que por
sus historias se descubre que no todos los cadáveres son iguales.
Mientras me preparaba para hacer esta
review, he buscado inútilmente alguna referencia a novelas gráficas
o cualquier trabajo literario anterior relativo a I sell the dead.
Sin embargo, a pesar de las referencias y el marcado barroquismo
visual al estilo de los comics, me sorprende comprobar que esta
película se basamenta únicamente en la imaginación de su director
y guionista. Y es que desde el inicio echamos en falta una mayor
contextualización de la historia. De algún modo, me imaginé que
ese contexto lo encontraría en una obra previa (lo cual ya sería un
error), pero no; se trata simpelmente de un guión cojo,
excesivamente lineal, repleto de tópicos y estructurado a base de
pequeños micro-episodios autoconclusivos sin una trama interesante, en torno a unos personajes
excesivamente planos.
El presupuesto de la película no llega a los 5.000 dólares y hay que decir que se esto se nota para mal. Los efectos especiales requieren una mayor dedicación y el uso casi permanente de la pantalla verde y los fondos generados en Photoshop producen una sensación de claustrofobia y colocan al film en la frontera de lo amateur. Tampoco ayudan ciertas taras en la planificación y el montaje (hay una escena en la que volvemos al mismo plano en 4 ó 5 ocasiones) e incluso en la composición de la música; pareciera que la banda sonora consta de un único track ininterrumpido de 90 minutos. Siendo justos, el resultado no es desastroso; en un videoclip de rock o incluso en un cortometraje, hubiera sido aceptable, pero en un largo resulta demasiado elemental.
Hay que reconocerle a Glenn McQuaid su astucia como negociador, pues sin invertir una millonada, ha logrado convencer a gente muy notable del mundillo artístico para participar en su B-Movie. Lamentablemente, ni siquiera la presencia de rostros tan importantes como Ron Perlman (Hellboy, El nombre de la rosa), Dominic Monhagan (El señor de los anillos, Perdidos) o el mismísimo Angus Scrimm (el Hombre Alto en la saga de Phantasma) logran levantar esta historia tan floja como pobremente llevada a la pantalla.
Cuando me senté a ver I sell the dead,
no tenía ni idea sobre los detalles del presupuesto ni sobre el
argumento (fijaos, llegué a creer que debían existir unos comics,
una obra a la que aludía y cuyos guiños yo no era capaz de ver),
pero creo que incluso una serie b puede atrapar a un espectador
generoso y open minded aunque no vaya preparado. Siento decir que,
sin tener tampoco altas espectativas al respecto, he sufrido una gran decepción.
1 comentario:
Pues yo que me esperaba una versión parecida a Delamorte Delamore. Pues veo que no está tan currada. Yo creo que ya ni la veo. Gracias por ahorrármelo.
Saludos
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