La gran estafa americana, basada en uno de los operativos Abscam (grabaciones en vídeo orientadas a desmantelar casos de corrupción política) del FBI de los años 70-80, está dirigida por David O'Russell (Tres Reyes, Extrañas Coincidencias) y acumula nueve nominaciones, entre las que figuran los premios realmente gordos (Mejor Película, Director, Actor, Actor Secundario, Actriz y Actriz Secundaria).
Esta es la historia de un brillante estafador, Irving Rosenfeld
(Christian Bale), que junto a su astuta y seductora compañera, Sydney
Prosser (Amy Adams), se ve obligado a trabajar para un tempestuoso
agente del FBI, Richie DiMaso (Bradley Cooper). DiMaso les arrastra al
mundo de la política y la mafia de Nueva Jersey, tan peligroso como
atractivo.
Con un discurso narrativo quizá demasiado pegado al de Scorsese en El Lobo de Wall Street, (distintas voces en off, travellings que siguen a los personajes, rock de la época) David O. Russell logra una cinta ágil, divertida y con algunas virtudes muy notables. Dicho esto, el primer acto puede resultar árido, debido a una casi nula identificación primaria. Durante 25 minutos nuestra empatía será puesta a prueba con unos personajes que exhiben sin tapujos su baja condición y fibra moral.
Sin embargo, poco a poco entramos en el juego y reímos las gracias y las desdichas de estos estafadores, habilmente retratados desde la ternura que nos inspiran los anti-héroes. El humor camina parejo a la tensión, en escenas que pondrán a prueba el ingenio y la pericia de los estafadores. El miedo a ser descubierto, el éxito, la anticipación del desastre; todo es vivido por el espectador con una mezcla de nerviosismo y risa floja.
Al contrario que otras historias corales, American Hustle está equilibrada y otorga a cada intérprete las frases justas, dandoles a cada cual una o varias oportunidades de lucirse. Jennifer Lawrence, es ya mi favorita para el Oscar a Mejor Actriz de Reparto sin haber visto a sus competidoras, y también Bradley Cooper hace un buen trabajo con su papel. Christian Bale, en uno de sus ya clásicos alardes de transformismo, nos regala una barriga cervecera y un peinado de cortinilla, aunque su rostro anguloso permanece intacto y su interpretación, aun nominada a los oscars, no es la más brillante de la cinta. Amy Adams, como en Man of Steel, sigue sin transmitirme gran cosa. Se nos regala además, el caramelo de la breve aparición de Robert DeNiro en el papel del mafioso Victor Tellegio.
Formalmente la película cumple los estándares y recrea con bastante eficacia los años 70-80, aunque quizá peque de excesivamente retro en algunos momentos, sin duda con fines humorísticos o nostálgicos. El manido recurso de recurrir a conocidas canciones de la época, hay que decir que sigue funcionando y viene perfecto para situar la película temporalmente.
No la considero tan notable como para hacerse con el Óscar a Mejor Película, pero embargo sí que es merecedora de casi todas las nominaciones que ostenta.
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