Aunque hoy se estrena en los cines de toda España Las brujas de Zugarramurdi, en Copia Zero asistimos ayer a un pase especial para la prensa. Tenía bastante interés en ver la última película de Alex de la Iglesia, a quien considero un director valiente, que en los años noventa apostó por géneros poco usuales en el cine español. Nos regaló aquel diamante en bruto que fue Acción Mutante, y una gamberrada posmoderna con mucho gancho y tirón mediático como El Día de la Bestia. Sus dos siguientes películas (Perdita Durango y Muertos de Risa) se me antojaron algo peores, pero poco después llegaron 800 balas, La Comunidad, y Crimen Ferpecto, trilogía con la que alcanzó su cénit narrativo - con algún que otro exceso - y afianzó las constantes de su sello personal.
Aunque algunos quieran erigirle paladín del cine fantástico español, haciendo recuento, su cine se ha movido más bien en el terreno de la comedia negra. Y así, como una comedia cargada de cinismo e ironía, ha de digerirse Las Brujas de Zugarramurdi, que para la ocasión, coquetea con los códigos del cine de terror como mera fachada visual, sin ser en ningún caso, un horror film.
Como comedia hay que decir que funciona, debido a que su guión está muy apoyado en el diálogo y orientado al lucimiento de un reparto coral encabezado por Hugo Silva y Mario Casas, pero sólidamente respaldado por actrices consagradas como Carmen Maura, Terele Pávez o María Barranco; cómicos televisivos como Jaime Ordóñez, Santiago Segura, Secun de la Rosa y Carlos Areces, y gente muy competente como Enquique Villén, Pepón Nieto o Macarena Gómez. Todos ellos trabajan entre bien y muy bien, con la excepción de Casas.
Os aseguro que fui con la mente abierta, cofiando en el director y en sus decisiones de casting; pensaba de hecho, que esta era la oportunidad perfecta para que el actor demostrara que es algo más que una cara bonita. Muy a mi pesar, estaba equivocado. Su pobre y desconcertante interpretación casi podría servir como material divulgativo sobre "qué no hacer" en cualquier escuela de arte dramático.
El primer acto de la película funciona bien, es entretenido, rítmico y visualmente aceptable, aunque adolece de cierta torpeza en el montaje y algún detalle completamente inverosimil (aun en una comedia de estas características), pero se deja ver y es divertido. La película empieza a perder fuelle y a dilatarse innecesariamente cuando llegan al fronterizo pueblo de Zugarramurdi. Alex de la Iglesia parece no saber bien cómo abordar su mensaje (una mirada cínica hacia esa sociedad consumista gris, falta y necesitada de emociones fuertes, pues para el director todos somos unos idiotas reprimidos).
Las Brujas... no encuentra el punto justo entre el humor y el terror, que sí existe en films como Un hombre lobo americano en Londres, de John Landis, o la trilogía de Evil Dead de Sam Raimi. Quienes quieran encontrarse con la comedia española de raza, deben tolerar escenas bastante gore y guiños al terror más clásico, y quienes busquen al paladín del cine fantástico, arriesgado y valiente, tendrán que soportar las bufonadas de Hugo Silva y compañía.
Aunque algunos quieran erigirle paladín del cine fantástico español, haciendo recuento, su cine se ha movido más bien en el terreno de la comedia negra. Y así, como una comedia cargada de cinismo e ironía, ha de digerirse Las Brujas de Zugarramurdi, que para la ocasión, coquetea con los códigos del cine de terror como mera fachada visual, sin ser en ningún caso, un horror film.
Como comedia hay que decir que funciona, debido a que su guión está muy apoyado en el diálogo y orientado al lucimiento de un reparto coral encabezado por Hugo Silva y Mario Casas, pero sólidamente respaldado por actrices consagradas como Carmen Maura, Terele Pávez o María Barranco; cómicos televisivos como Jaime Ordóñez, Santiago Segura, Secun de la Rosa y Carlos Areces, y gente muy competente como Enquique Villén, Pepón Nieto o Macarena Gómez. Todos ellos trabajan entre bien y muy bien, con la excepción de Casas.
Os aseguro que fui con la mente abierta, cofiando en el director y en sus decisiones de casting; pensaba de hecho, que esta era la oportunidad perfecta para que el actor demostrara que es algo más que una cara bonita. Muy a mi pesar, estaba equivocado. Su pobre y desconcertante interpretación casi podría servir como material divulgativo sobre "qué no hacer" en cualquier escuela de arte dramático.
El primer acto de la película funciona bien, es entretenido, rítmico y visualmente aceptable, aunque adolece de cierta torpeza en el montaje y algún detalle completamente inverosimil (aun en una comedia de estas características), pero se deja ver y es divertido. La película empieza a perder fuelle y a dilatarse innecesariamente cuando llegan al fronterizo pueblo de Zugarramurdi. Alex de la Iglesia parece no saber bien cómo abordar su mensaje (una mirada cínica hacia esa sociedad consumista gris, falta y necesitada de emociones fuertes, pues para el director todos somos unos idiotas reprimidos).
Las Brujas... no encuentra el punto justo entre el humor y el terror, que sí existe en films como Un hombre lobo americano en Londres, de John Landis, o la trilogía de Evil Dead de Sam Raimi. Quienes quieran encontrarse con la comedia española de raza, deben tolerar escenas bastante gore y guiños al terror más clásico, y quienes busquen al paladín del cine fantástico, arriesgado y valiente, tendrán que soportar las bufonadas de Hugo Silva y compañía.
Hay subtramas y personajes que no ofrecen el más mínimo interés (aunque sean necesarias para hacer avanzar la historia), como todo lo relativo al personaje interpretado por Carolina Bang, quién además es el error de cásting más significativo después de Mario Casas.
Paralelamente, el departamento de efectos visuales debió mimar un poco más el acabado final de la película, pues algunos de ellos resultan artificiales y no se integran a la perfección en el plano. También encontramos algunos errores formales de diverso tipo: La escena de la huída, por inverosímil y mal montada; el número musical gótico en plan Broadway, por no funcionar ni como catársis ni como parodia; y el plano final de Carmen Maura, Terele Pávez y Macarena Gómez, riendo tras exponer 'el mensaje' (las brujas como metáfora de las pulsiones primarias del ser humano), por forzado y falto de nervio.
Las Brujas de Zugarramurdi es una comedia española de las de siempre (hay palabrotas, pedetes y tetillas), con buenos actores y un guión muy bien estructurado a nivel coral para que todos ellos se luzcan; pero con una base argumental muy pobre, que se queda coja y pierde el norte hacia el ecuador del film.
Paralelamente, el departamento de efectos visuales debió mimar un poco más el acabado final de la película, pues algunos de ellos resultan artificiales y no se integran a la perfección en el plano. También encontramos algunos errores formales de diverso tipo: La escena de la huída, por inverosímil y mal montada; el número musical gótico en plan Broadway, por no funcionar ni como catársis ni como parodia; y el plano final de Carmen Maura, Terele Pávez y Macarena Gómez, riendo tras exponer 'el mensaje' (las brujas como metáfora de las pulsiones primarias del ser humano), por forzado y falto de nervio.
Las Brujas de Zugarramurdi es una comedia española de las de siempre (hay palabrotas, pedetes y tetillas), con buenos actores y un guión muy bien estructurado a nivel coral para que todos ellos se luzcan; pero con una base argumental muy pobre, que se queda coja y pierde el norte hacia el ecuador del film.
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