Recientemente me inicié en el cine de terror italiano; con curiosidad y cautela a partes iguales. Fui advertido de que, aunque la producción es abundante, hay que andar con mucho ojo para encontrar esas gemas de la cinematografía y a los maestros indiscutibles del género, sorteando todo aquello que no pasa de ser serie B regulera. Se me suministró una lista muy concreta de títulos imprescindibles, o al menos interesantes y definitorios. Entre ellos se encontraba Aquarius, ópera prima de Michelle Soavi, un alumno aventajado de los padres del giallo. Aquarius ha sido además el regalo por mi 32 cumpleaños de mi buen amigo Francisco Gabaldón, investigador incansable de la intra-historia del cine y colaborador ocasional de Copia Zero ¡Gracias, Francisco!
La película nos cuenta como en una noche lluviosa, una compañía de actores que ensayan una obra musical, quedan atrapados en un viejo teatro a merced de un misterioso psycokiller que actúa oculto tras una máscara de búho (inspirada en un cuadro de Max Ernst).
Aunque es imposible no mencionar el giallo al hablar de Aquarius, el filme apenas hace uso giros argumentales ni sorpresa final, sino que está más influenciado por el terror norteamericano de Viernes 13 o La Noche de Halloween, que por la obra de Mario Bava o Darío Argento; así, se apoya más en el look del asesino y sus brutales crímenes, que en el misterio o el suspense acerca de su identidad. Quizá me creé falsas expectativas al respecto, y perdió parte de su atractivo al no seguir las pautas del whodunit.
Hay que reconocer varias virtudes en el film Soavi, empezando por la elección del casting y un diseño caricaturesco de los personajes, simples solo en apariencia. En esta pandilla de comediantes estereotipados cristalizan con mucho acierto todas las fobias y filias, las ínfulas de gloria, el rencor y la envidia latente en este mundillo del teatro. Del mismo modo, hay una clara intención de banalizar y subvertir, no solo a la farándula que es retratada, sino también los propios arquetipos del cine de terror. El filme es tan académico, redundante y directo en sus modos de enunciación que podría entenderse como una parodia autoconsciente del género (algo en lo que los italianos son expertos, aunque no siempre alcanzan el refinamiento de este Aquarius).
Varias perlas del guión nos alertan sobre ese carácter metalingüistico. Es hilarante cuando Brett (un inspirado Giovanni Lombardo) sentencia "Esto parece un telefilme romántico de segunda categoría" después de haber escuchado a escondidas la conversación apasionada de una pareja de amantes; o cuando vemos al propio Soavi (que interpreta a un policía) mirarse en el espejo mientras pregunta "¿Crees que me parezco a James Dean?", a lo que su compañero de patrulla, algo más viejo, le responde "¡Si tú eres James Dean, yo soy Marlon Brando!".
Dónde otros verían falta de imaginación o inexperiencia, creo apreciar un velado homenaje autorreferencial, cargado de fina ironía y sentido del humor, que funciona y da sentido a la que por otro lado es una trama bastante insustancial, sin apenas suspense, y mil veces contada. Si los guiños sutiles del metacine no nos entusiasmaran, Soavi no tiene problema en obsequiarnos con cosas más terrenales. En este caso, hablamos de asesinatos bastante ingeniosos, exagerados y truculentos, culminando en una tétrica escena final, que al igual que la máscara de buho, también tendrá reminiscencias pictóricas e incluso bíblicas.
Mención aparte merece la cuidada fotografía de Renato Tafuri, quien sorprendentemente logra una textura sólida, depurada y de gran colorido a partir de una escenografía discreta y unos interiores sin demasiado glamour.
Una pena que el guión de Luigi Montefiore (acreditado en esta y otras películas con el seudónimo yanki de George Eastman) no vaya un poco más allá de su ironía intertextual, para ofrecernos ese giro imposible, la gran sorpresa final. Es en definitiva una película interesante, con bastantes buenas ideas, y un gran atractivo visual, pero mi predisposición a disfrutar de un giallo 100% desvirtuó levemente la experiencia.
2 comentarios:
Muchacho, ¡será que no te advertí sobre las influencias del slasher ochentero en Aquarius! :P
Estoy totalmente de acuerdo con tu crítica, aunque con una salvedad: es cierto que el guión es muy simple y funcional, pero la idea de que toda la acción gire en torno al hecho de que los protagonistas tengan que encontrar la llave del teatro para poder escapar me resultó muy trepidante y divertido. Creo haber leído en alguna parte que lo que más le gustó a Soavi del guión fue precisamente esa idea, a la que se propuso darle todo tipo de giros y vueltas.
No obstante, lo mejor es el estilo visual, repleto de inventiva, imaginación, claroscuros y colores estridentes. A mi parecer, Aquarius deja una imagen inmortal para el género: la secuencia en la que el asesino está sentado en mitad del escenario, rodeado de cadávares y con una lluvia de plumas cayendo sobre él a cámara lenta. Chapeau!
Exacto, Francisco.
Es precisamente esa escena a la que me refiero cuando hablo de "escena final con reminiscencias pictóricas y bíblicas". Y respecto a mi decepción, releyendo tus correos me doy cuenta de que sí que fui advertido sobre el acercamiento de esta película al slasher, más que al giallo.
Una pena haber tardado tanto en revisar la película y haber olvidado tus sabias advertencias.
No volverá a pasar. Afortunadamente ayer disfruté de Seis Mujeres para el Asesino, un giallo en toda regla con todo tipo de sorpresas y giros, precisamente al tiempo que tú veías mi otro regalo de cumpleaños "Star Trek: The Motion Picture". ;)
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