Es difícil enfrentarse al análisis de la nueva Posesión Infernal. Es muy posible que provoque sentimientos encontrados, entre lo que es, lo que pudo ser y lo que deseábamos que fuera. Avalada por Sam Raimi, Bruce Campbell y Robert Tapert, productores del film original, y dirigida por un nóvel como el uruguayo Fede Álvarez, las expectativas estaban al límite entre la decepción total y el éxito asegurado.
No esperábamos en ningún caso un remake plano a plano de Evil Dead (Sam Raimi, 1979), ni tampoco la subversión de los códigos de Cabin in the woods, que es inmediantamente anterior a esta y que toma no pocas influencias de los filmes originales de Raimi. Personalmente, yo esperaba un slasher moderno y vigoroso, que no renunciara al espíritu clásico de las viejas películas. Increíble, pero es precisamente eso lo que me he encontrado.
Fede Álvarez ha hecho lo mejor que podía hacer: aunque se apoya puntualmente en elementos iconográficos que son una referencia directa al imaginario colectivo de Evil Dead (el libro, el sótano, etc.), también articula una historia original y hasta cierto punto rompedora, donde la nueva pandilla, ni viene a la cabaña a divertirse y a hacer el amor, ni comete las estupideces propias de este tipo de películas, sino que tienen motivaciones completamente distintas a aquellos jóvenes liderados por Bruce Campbell en el 79. Ni siquiera se trata de un nuevo Ash, pues en este caso el líder de la pandilla se llama David. Todas estas decisiones las considero muy acertadas.
Esta mayor dimensión de la historia no es óbice para que el director abrace los excesos, la sangre, la violencia y el gore más malsano (A ver... ¿es o no es Evil Dead?), y bien es cierto que el tono reflexivo y emocional del primer acto no se prolonga demasiado, dando paso a los auténticos horrores que el título promete. Si bien David (Shiloh Fernández) y su hermana Mia (Jane Levy) protagonizan varias escenas intimistas que sientan las bases de su relación, el resto de los personajes serán consumidos por el ente maligno sin darnos oportunidad a conocerles demasiado; vamos, que tampoco hacía falta. En su mayoría, el reparto cumple, pero Jane Levy brilla con luz propia por encima de todos ellos.
Muchos de los "momentazos" del Evil Dead clásico han sido reubicados en la trama y levemente modificados; reconozco que ha sido toda una gozada ver la reinterpretación "adulta" de la violación en el bosque o la aparición de la motosierra. Situaciones hasta cierto punto cómicas en aquel lejano 1979 (principalmente por lo delirante de la propuesta y por la escasez de medios técnicos) que aquí se tornan mortalmente serias y coherentes (dentro del delirio que es el film). Tambien hay tiempo para nuevas perversiones no presentes en el original, como la ducha de agua hirviendo, la cara troceada, la lluvia de sangre o la deliciosamente asquerosa escena del cúter. En el apartado técnico, la sombra de Raimi está presente durante casi la todalidad del filme, en forma de recursos de montaje y movimientos de cámara claramente deudores del cineasta.
De forma puntual, el guión ofrece respiros a lo largo del horror (a destacar la labor del compositor español Roque Baños en estos momentos calmados), y aunque al final del segundo acto la historia pierde algo de credibilidad (por ciertas decisiones de David y por la inverosímil posibilidad de traer a los poseídos de vuelta), pronto perdonamos estos deux ex machina, al contemplar el bello y sangriento climax visual donde de nuevo hay que elogiar la labor de Roque Baños y su score, con ciertas influencias del que compusiera Jerry Goldsmith para La Profecía.
Dentro del exceso que domina los casi 90 minutos de metraje, ninguna de estas escenas me resultó fuera de lugar o gratuita. Desde luego hay que saber a lo que se va; como el filme original, este es un slasher en toda regla, con un ritmo frenético aunque bien estructurado, y a pesar de su estilización formal (aquí ya no podemos hablar de serie B o bajos presupestos) no es apto para estómagos sensibles. Ya podrán llamarnos locos y perturbados, que para los que "entendemos", esta nueva Posesión Infernal es una agradable vuelta a los orígenes, que innova en ciertos aspectos, manteniéndose fiel a lo esencial.
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