Hubo un tiempo en que el nombre de M. Night Shyamalan era sinónimo de originalidad e inventiva, en que su cine suponía un soplo de aire fresco y reinventaba hasta cierto punto géneros como el suspense y el terror. Su pulso narrativo creaba atmósferas tremendamente sugestivas, y su imaginación era capaz de concebir sorprendentes giros de guión, sólidos y coherentes con el resto de la historia. Tocó el cielo con El Sexto Sentido (1999), repetiría éxitos con El Protegido (2000) y mantuvo el nivel con Señales (2002) y El Bosque (2004).
Algunos empezaban ya a no entender su lenguaje o sus estrategias de márketing. El cineasta prometía una de marcianos, o una de terror, pero se empeñaba en no ponerle cara al peligro y centrarse en los actores y sus emociones. El primer batacazo claro fue La Jóven del Agua (2006), que no convenció ni a crítica ni a público, y desde entonces, Shyamalan parece no encontrar su sitio, su sello, ni una motivación clara.
After Earth es tristemente, la continuidad de esta espiral en la que ha entrado el director hindú. La idea original fue de Will Smith, quien parece más motivado en dar protagonismo a su hijo Jaden que en crear una historia sólida. En este aspecto, el filme me recuerda a las películas de Parchís, de Elvis Presley o a Moonwalker, aquel relato ególatra escrito por el propio Michael Jackson; una historia simplona, ingenua, caricaturesca y tremendamente inverosimil en la que el cantante aparecía como un mesías redentor. El borrador de After Earth se escribió también con un propósito merdianamente claro y a la vez tremendamente inútil: afianzar la carrera en ciernes del hijo de Will Smith, desatendiendo todo lo demás y simplificándolo hasta el punto de resultar una burla para ciencia ficción seria. Para ello se traza un personaje bastante naïf, fofo y sin mucha chicha, que aun así, no habría resultado tan patético de no ser por la interpretación de Jaden.
La inexperiencia del joven actor parece haber contagiado a todo el equipo. Aunque el guión ya lo firma el director hindú, toda su inventiva parece supeditada a las motivaciones de los Smith. Sin subtramas que la apoyen, la historia se hace pesada y carece de fuerza. También la dirección de Shyamalan está a años luz de lo conseguido en El Sexto Sentido o El Protegido. Todo queda reducido a una carrera contrarreloj para lograr la salvarse, con estructura de videojuego y salpicada de momentos intimistas escritos y rodados bajo la ley del mínimo esfuerzo.
Un breve destello del sello personal de Shamalan puede apreciarse hacia el final, cuando tiene lugar un montaje en paralelo parecido a los que marcaban la catársis de Bruce Willis en aquellas películas, pero que aquí resultan un mero artificio técnico sin el más mínimo interés.
El propio Will Smith, que con los años se ha convertido en un actor sólido y respetable, dejando muy atrás su imagen de bufón televisivo, ofrece aquí una interpretación torpe, hierática y lineal que parece también supeditada al lucimiento de su pequeño vástago.
Poco se puede salvar de una película que, si bien tenía una premisa interesante (un mensaje ecologista que podría haberse desarrollado más) parece hecha con prisas, sin ganas y de forma mecánica. Como un álbum de fotos de esos que hacen los chicos de Apple, After Earth dota de un envoltorio deslumbrante lo que no pasa de ser un vídeo familiar, donde el argumento poco importa con tal de que tus hijos salgan guapos.
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