Este esperadísimo estreno mundial, de la mano del maestro del fantástico Guillermo del Toro, ha costado 180 millones de dólares. No va camino de recuperarlos, la película ha sufrido un batacazo el primer fin de semana donde tan solo logró recaudar 37. Como fuera y a pesar de las voces críticas y la taquilla, fui al cine con la mente libre de prejuicios dispuesto a pasar un buen rato. Pacific Rim quiere ser una reactivación del género kaiju japonés, es decir, ese cine de bestias gigantes (extraterrestres o no) que asolan el planeta Tierra poniendo en jaque toda nuestra industria armamentística y militar.
Aunque siempre he concebido el cine en términos de espectáculo, y he esgrimido a capa y espada la máxima de complacer a la audiencia, de dar al público lo que quiere, llega un momento en que uno reclama del cine en general, y del blockbuster palomitero en particular, algo más que dos horas de montaje acelerado e impactantes efectos especiales. La cantinela de "cumple su función, que es entretener" empieza a parecerme ya un argumento demasiado frágil e indulgente, para según qué películas y también para según qué directores, de quiénes se espera que aporten ese algo más al que nos tiene acostumbrados.
Cuando entré en Pacific Rim sabía más o menos lo que me iba a encontrar, y no diré que he tirado el dinero, pero sí que esperaba que el sello personal de Guillermo del Toro, quien ha demostrado en el pasado ser un devoto amante del género que se trae entre manos, se extendiera más allá de contar con Ron Perlman y Santiago Segura. Esperaba su profundo respeto por los clásicos, una mirada cercana y un mórbido humor negro más allá del ramblón y manido chascarrillo norteamericano.
El guión co-escrito por el propio director junto a Travis Beacham nos resume, en un acelerado prólogo, varios años de encarnizada batalla contra los kaijus, para empezar la narración justo donde la lucha se tuerce para el género humano. No han pasado ni cinco minutos, y ya hemos visto varios kaijus de cuerpo entero, echando a perder el suspense que sí tienen películas como Parque Jurásico (1993), Tiburón (1979), Monstruoso (2008), Super 8 (2011), o las sagas de Godzilla (a las que Pacific Rim rinde tributo).
La historia avanza con la precisión de un reloj, haciendo sonar la alarma en cada minuto clave. Pareciera el guión de un prometedor estudiante de cine, que aunque perfecto en su estructura, redunda en un tópico tras otro hasta el punto que no es dificil anticiparse a las pobres líneas de diálogo de sus personajes, o a sus actos. El honor, el valor, el sacrificio, la lealtad y todos esos valores tan del gusto de los americanos, son reflejados de forma arquetípica en personajes igualmente planos, produciéndonos una cierta sensación de dejá vu. Por momentos pareciera que estamos ante una película de Roland Emmerich, no sólo en cuanto a los tópicos, sino también en el aspecto visual, pues su fotografía nos recuerda a esas estampas coloristas del cine de acción noventero.
Muchos alzarían aquí la voz diciéndome que la película "es lo que es", que entretiene, y que si acaso me esperaba encontrar un tratado filósofico o un ensayo sobre la vida y la muerte. Claramente les contestaría que no, en absoluto. Pero que tratándose de Del Toro esperaba, o bien un claro posicionamiento a favor de la parodia y el homenaje (es un reconocido admirador de estos géneros), o bien una historia épica que lograra conmovernos mínimamente, pero no el tono errático de Pacific Rim, que no tiene claro si pertenece a uno u otro género. Y es que las escenas de humor y los personajes cómicos no me reconcilian con el director, sino que me resultan artificiales en un film que va de épico.
En otro orden de cosas ¿De dónde vienen realmente los kaijus? Eché de menos algo más de identidad en el enemigo, que se si bien se apunta, no llega a germinar. Estos detalles hubieran dotado al guión de cierta consistencia.
En otro orden de cosas ¿De dónde vienen realmente los kaijus? Eché de menos algo más de identidad en el enemigo, que se si bien se apunta, no llega a germinar. Estos detalles hubieran dotado al guión de cierta consistencia.
Me entretuvo, sí. Pero definitivamente esto no es siempre suficiente. Ninguno de los personajes, pese a sus dramas personales, logró conectar conmigo en un plano emocional, y en este sentido hasta Man of Steel (que peca de los mismos excesos) sale victoriosa frente al film que nos ocupa. Le deseo todo lo mejor a Guillermo del Toro, pero en este caso, y si me concedieran ser árbitro de un mega-torneo galáctico, los Jaegers de combate de Pacific Rim no han podido resistir el envite del hombre de acero, ni los torpedos fotónicos del Enterprise.
1 comentario:
Buena review.
Kapital
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