Seguimos con la saga de Halloween.
Confesaré que algo cansado, pues la calidad de estos filmes
disminuye de forma preocupante con cada película. Digamos que me he
propuesto completar el ciclo, siendo como soy fan incondicional del
hombre del saco de Haddonfield, y sin ningún tipo de motivación
más allá de la simple curiosidad. Comenzamos.
A pesar del final mostrado en Halloween
4: El retorno de Michael Myers, el personaje no ha sido abatido por
las fuerzas del orden, sino que continúa vivo. Durante un año ha
sido cuidado por un vagabundo, pero en la víspera de Halloween mata
a su benefactor y retorna al pueblo de Haddonfield en busca de
venganza. Jamie (Danielle Harris), en tratamiento psiquiátrico, y
visitada frecuentemente por el Dr. Loomis (Donald Pleasence) poco
imagina que su malvado tío la busca para completar el trabajo que inició
años antes matando a todos sus parientes.
La quinta parte hereda los defectos de
la cuarta y añade alguno más; los personajes son aún más
caricaturescos y los acontecimientos predecibles y tópicos a más no
poder. No faltan clásicos como la fiesta adolescente que acaba en
masacre, la pareja asesinada en plena escena de sexo, y unos crímienes que aunque con sobradas dosis de sangre y visceras, están rodados sin imaginación y sin nervio. Todo ello se sucede en
un guión aburrido que no genera empatía alguna con ningún personaje aparte de Jamie.
El gran Donald Pleasence está, una vez más, desaprovechado, e interpreta como puede a
un Dr. Loomis reducido a la mera fachada y condenado a recitar diálogos tan vacíos
como el alma de su enemigo. El actor está más perdido que nunca, y ni siquiera su enfrentamiento verbal con
Michael resulta creíble ni tan intenso como se pretende.
Eso sí, la joven Danielle Harris
vuelve a bordar su papel de Jamie; y la expresión de su rostro es lo
único que logra hacernos sentir terror en un panorama tan deprimente
para el género y para la saga. Es una de sus escenas la única que
apunta destellos de genialidad (cuando Jamie, postrada en un ataúd
infantil, logra conmover al asesino), pero incluso en esta ocasión,
todo se queda en el intento, debido al pobre contexto en que se ubica
la secuencia. Y es que, detalles como ese ataúd (y otros muchos), se
adivinan metidos a la fuerza en el guión, solo para añadir
elementos terroríficos aleatorios sin mucho orden ni criterio ¿Qué
ritual mueve a Michael a robarlo del cementerio? ¿A que responden
las velas encendidas por toda la estancia? Terror de postal, dirían
algunos.
Como no podía ser de otra forma, el
filme termina dejando la puerta abierta a una posible continuación,
pero lo hace una manera tan ramblona e improvisada como todo lo visto
hasta ahora. Resumiendo, Halloween 5 es el perfecto
ejemplo de cómo arruinar dos premisas que, narradas de otra forma,
podrían haber dado mucho juego. Esto es, la conexión telepática de Jamie con Myers y la existencia de una
sociedad ocultista interesada en perpetuar su legado de sangre. Sólo
aconsejable para los que, como yo, quieran completar el ciclo por
mera curiosidad.
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