Mateo Gil, personaje clave en el ascenso meteórico de Alejandro Amenábar, ha sido tres veces premiado con el Goya al mejor guión por Agora, Mar Adentro y El método, y al mejor cortometraje por Dime que yo. Ahora nos sorprende con un western, en la que ha sido su segunda película desde Nadie Conoce a Nadie.
Se atreve además a rememorar la leyenda de los forajidos más legendarios del lejano oeste: Bucht Cassiddy y Sundance Kid. Cassidy (Sam Sheppard), años después de haber sido dado por muerto, vive en realidad retirado en Bolivia bajo el nombre de James Blackthorn. Su fortuíto encuentro con Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) marca el inicio de una última aventura que le llevará en busca del botín que Apodaca dice haber robado a Patiño, dueño de una mina de carbón. Juntos irán en busca de los 50.000 dólares que esconde Apodaca en las minas, con los hombres de Patiño pisándoles los talones. También habrá ocasión para rememorar los buenos viejos tiempos de Cassidy con su inseparable Sundance Kid y la guapa Etta Place mediante flashbacks.
Era muy difícil. La leyenda de este célebre ladrón de trenes ya contaba con varias adaptaciones cinematográficas (quizá la más notable sea Dos hombres y un destino), y está visto que nadie puede contar mejor la historia de Norteamérica que los norteamericanos (con excepción quizá, de los italianos). El film de Mateo Gil apenas está a la altura de la grandiosidad del género.
Se atreve además a rememorar la leyenda de los forajidos más legendarios del lejano oeste: Bucht Cassiddy y Sundance Kid. Cassidy (Sam Sheppard), años después de haber sido dado por muerto, vive en realidad retirado en Bolivia bajo el nombre de James Blackthorn. Su fortuíto encuentro con Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) marca el inicio de una última aventura que le llevará en busca del botín que Apodaca dice haber robado a Patiño, dueño de una mina de carbón. Juntos irán en busca de los 50.000 dólares que esconde Apodaca en las minas, con los hombres de Patiño pisándoles los talones. También habrá ocasión para rememorar los buenos viejos tiempos de Cassidy con su inseparable Sundance Kid y la guapa Etta Place mediante flashbacks.
Era muy difícil. La leyenda de este célebre ladrón de trenes ya contaba con varias adaptaciones cinematográficas (quizá la más notable sea Dos hombres y un destino), y está visto que nadie puede contar mejor la historia de Norteamérica que los norteamericanos (con excepción quizá, de los italianos). El film de Mateo Gil apenas está a la altura de la grandiosidad del género.
Se adivina el esfuerzo por lograr un tono intimista, reflexivo y alejado de la épica de Leone o Ford, pero Gil tampoco es precisamente Clint Eastwood, maestro del llamado western crepuscular, y el intento hace aguas por todos lados, por culpa, principalmente de un guión soso que ni nos atrapa ni nos emociona. Curiosamente no lo firma el propio Mateo Gil, sino un tal Miguel Barros.
No nos interesa el dudoso destino del señor Blackthorn y su nuevo compinche Apodaca, porque el guión no les pone a prueba; no hay identificación posible ni sentimos la motivación necesaria para seguirles en su aventura. Además, están interpretados con bastante desapego por Sheppard y Noriega (que además actúa en inglés, con un par).
En las escenas de persecuciones y tiroteos se echa de menos un pulso más vibrante, una dosis mayor de épica; todo parece quedarse en un quiero y no puedo, desde el montaje, a la música.
Así pues, si el tono intimista no consigue trascender y la acción esta pobremente dirigida ¿Qué podemos salvar de este western? ¿Una bonita fotografía?
Ni eso, o al menos, no al 100%. En el apartado visual es destacable el trabajo del departamento de maquillaje, vestuario, dirección artística y fotografía. Pero todo da al traste cuando los chicos de postproducción aplican filtros imposibles. Es cierto que hay bellas panorámicas de los impresionantes valles y desiertos bolivianos; y también un virado hacia los tonos cálidos que dotan al film cierto aire clásico, pero en las escenas nocturnas se nota demasiado la impostura; Mateo Gil evitó las complicaciones de rodar de noche y optó por generar los tonos fríos y azulados en postproducción, con un resultado nefasto, artificial. Tanto es así que a veces hasta podemos ver la dura sombra de los protagonistas sobre la arena cuando se supone que el sol ya se ha puesto.
En las escenas de persecuciones y tiroteos se echa de menos un pulso más vibrante, una dosis mayor de épica; todo parece quedarse en un quiero y no puedo, desde el montaje, a la música.
Así pues, si el tono intimista no consigue trascender y la acción esta pobremente dirigida ¿Qué podemos salvar de este western? ¿Una bonita fotografía?
Ni eso, o al menos, no al 100%. En el apartado visual es destacable el trabajo del departamento de maquillaje, vestuario, dirección artística y fotografía. Pero todo da al traste cuando los chicos de postproducción aplican filtros imposibles. Es cierto que hay bellas panorámicas de los impresionantes valles y desiertos bolivianos; y también un virado hacia los tonos cálidos que dotan al film cierto aire clásico, pero en las escenas nocturnas se nota demasiado la impostura; Mateo Gil evitó las complicaciones de rodar de noche y optó por generar los tonos fríos y azulados en postproducción, con un resultado nefasto, artificial. Tanto es así que a veces hasta podemos ver la dura sombra de los protagonistas sobre la arena cuando se supone que el sol ya se ha puesto.
He visto muchos westerns en mi vida, y si se trata de homenajear a un género que amo, me quedo con las inmejorables revisiones de Clint Eastwood, o las divertidas parodias de Robert Zemeckis, Sam Raimi o Alex de la Iglesia. Con mucho pesar, pues admiro el trabajo de Mateo Gil (estamos hablando del hombre que escribió Tesis y Abre Los Ojos), tengo que decir que Blackthorn; Sin destino no llega ni al aprobado.
Para mi asombro, acumula 11 candidaturas a los Goya, incluídas Mejor Película, Mejor Director, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Montaje y Mejor Guión Original.
Para mi asombro, acumula 11 candidaturas a los Goya, incluídas Mejor Película, Mejor Director, Mejor Dirección de Fotografía, Mejor Montaje y Mejor Guión Original.
3 comentarios:
Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!
Mateo Gil me parece muuuy bueno! Tu blog es bastante entretenido, suerte en el concurso de 20 minutos. Yo estoy en moda por si quieres pasar a verlo.
Bsos Vertov
♥
a mi la pelicula si me gusto, y la pongo de ejemplo de como se puede hacer buen cine de genero con poco presupuesto....
A proposito, en serio tanto "Butch Cassidy and The Sundance Kid" como "The Wild Bunch" parten de la misma historia????, en serio????
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