Y por fin llegó. La séptima película de la saga galáctica más rentable de todos los tiempos. Una epopeya comenzada hace 38 años con La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977). Una space ópera de bajo presupuesto que reinventaba y actualizaba los seriales de los 50, y el viejo rito iniciático del héroe clásico, surgida como respuesta a los pesimistas thrillers policíacos y los melodramas catastrofistas que propició la recesión económica de aquellos años setenta.
Ya sabemos que en el cine comercial actual, poco o nada queda de aquel espíritu, en cierto modo vanguardista y rompedor del que Lucas y los otros barbudos (Spielberg, Scorsesse, Coppola) eran adalides. Aceptando que esto se hace por dinero, solo nos queda moderar nuestras espectativas, y encaminarlas únicamente a que nuestro interés no decaiga durante dos horas y algo. Así, siempre tendremos una grata sorpresa si el resultado es aceptable en términos de entretenimiento.
Pero todo eso no son más que monsergas ¿Verdad? No nos engañemos; el auténtico seguidor siempre espera la película definitiva, una piedra de toque que le haga olvidar decepciones y desengaños previos.
En cualquier caso, estábamos en las mejores manos. Pese a estar años luz de maestros del storytelling de la talla de Spielberg, y a que tampoco se caracteriza por ser un autor como Nolan o Fincher, hay que reconocer que el trabajo de reactivación que hizo J.J. Abrams con Star Trek, es admirable. Sus anteriores películas, especialmente Super 8 (que con sus fallos, marcaba el tono idóneo para este tipo de ficciones), parecían otorgarle el crédito suficiente para hacer, al menos, el mejor Star Wars que hoy en día podríamos tener, contentando tanto a nostálgicos como al público masivo. Sobre Disney, siempre me ha parecido que estar bajo su auspicio es sinónimo de calidad, buen gusto, y sobre todo, grandes prespuestos. Era pues optimista.
Tras ver El Despertar de la Fuerza se han cumplido muchas de mis espectativas, mientras que otras no tanto. En términos de entretenimiento funciona de manera brutal. Estamos en la era de los CGI, el 3D, los trajes de motion capture y los matte paintings digitales. No cabe duda de que Disney e ILM son la vanguardia de todo aquello que empezó, precisamente, con la primera entrega. Además, no tuve la sensación de saturación que suelen transmitirme otros blockbusters; En El Despertar de la Fuerza prevalece la calidad de los diseños y el concept art (no en vano, parte de este trabajo se ha heredado de los filmes clásicos) y la sensación de que el truco está al servicio de unos personajes bastante más vivos y perfilados que los de la última trilogía.
Así como debe haberlo en la Fuerza, también hay un balance entre los personajes jóvenes y las viejas glorias. Hay motivaciones, ahnelos y esperanzas en todos ellos y casi ninguno se queda en la mera caricatura. Algunos, además, encierran la promesa de un interesante desarrollo posterior en las sucesivas entregas y casi todos resultan endiabladamente carismáticos. La 'pareja' protagonista de Finn (John Boyega) y Rey (Daisy Rilley) posee el ímpetu de la juventud, Adam Driver compone con eficacia un villano clásico en Kylo Ren, y Poe Dameron (interpretado por Oscar Isaac), sencillamente me encantó y me dejó con ganas de más.
Y claro, ahí está Harrison Ford. Su presencia es una gema para los fans y el guión le regala unas frases tremendamente efectivas. En algunos momentos me pareció que actuaba con el piloto automático, recordándome a sus últimos personajes de El Juego de Ender o Cowboys y Aliens. Parece que esté en esa etapa de su vida (como Bill Murray o Bruce Willis) en la que sólo sabe interpretarse a si mismo, pero en cualquier caso, esto no es necesariamente malo, y al final sí que tuve la sensación de estar ante Han Solo, que es de lo que se trata. A Carrie Fisher la vi algo desentrenada y sin mucha garra... pero el reencuentro con su personaje fue suficiente para emocionarme, tal como se pretendía. Sobre Mark Hammil, algunos todavía dudan de que realmente aparezca en esta película y supongo que es bonito preservar esa intriga. No me pronunciaré sobre él.
No es importante, pero esperaba con bastante ilusión la aparición de Max von Sydow, un actor al que admiro profundamente, y a quien le presuponía el rol de otorgar la misma veteranía y clase que Peter Cusing, Alec Guinnes y Christopher Lee dieron a la saga en su momento. Siempre es un placer ver a estos señores dar lecciones de interpretación, y sin embargo Sydow no brilla especialmente, en un papel reducido al simple cameo.
El diálogo funciona muy bien durante todo el metraje; el texto de Larry Kasdan (guionista de El Imperio Contraataca, hace ya 32 años) vehicula de forma magistral el humor (excelente el timing de los actores en las escenas cómicas), la nostalgia (a través de guiños muy precisos) y la epicidad (cuando toca ponerse místico y hablar de la Fuerza).
Desgraciadamente, es también en el guión donde encuentro quizás el único, pero gravísimo error de El Despertar de la Fuerza. La historia, a pesar de sus potentes protagonistas y la gracia del diálogo, cabalga demasiado pegada a la que se nos contaba en el cuarto episodio. Son demasiadas similitudes como para hacer la vista gorda. No hablo de guiños u homenajes, que los hay y todos ellos son bienvenidos. Hablo de una estructura narrativa tan similar a la del primer film que es dificil no hablar del autoplagio -- SPOILER ALERT HASTA EL FINAL DEL PÁRRAFO --. Comenzamos en el desierto, siguiéndole la pista a un pequeño androide que porta una información de vital importancia para la Resistencia, otrora Alianza Rebelde (mismo mcguffin que en Una Nueva Esperanza). Y volvemos a tener una estación espacial altamente destructiva que hay que boicotear. De hecho, los últimos 20 minutos, son casi idénticos, en forma y fondo, a los del film clásico.
En definitiva, diría que estamos ante un blockbuster de calidad, con muchas posibilidades de satisfacer a los fans clásicos y a las nuevas generaciones. Se nota, y para bien, el control del equipo directivo de Disney (el mismo que ha producido tantas veces a Steven Spielberg, con Kathy Kennedy y Frank Marshall a la cabeza) y el cariño que Abrams siente por la saga. Sin embargo, quienes exijan algo más que un mero ejercicio nostálgico, quienes quieran maravillarse con nuevos mundos y aventuras, quizás noten que la historia empieza a ser un poco la de siempre y que pese al buen trabajo de todos los implicados, El Despertar de la Fuerza podría haber lucido el doble si los guionistas (junto a Kasdan están Michael Arndt y el propio Abrams) hubiesen arriesgado un poco más.